Todo lo que quería saber del sexo y nunca me atreví a preguntar (literalmente)
Cuando Netflix estrenó el 11 de enero de 2019, Sex Education, nadie se imaginaba el éxito rotundo que podría llegar a tener esta serie británica. Un elenco de rostros apenas conocidos, exceptuando al protagonista, y con una trama que está lejos de ser catalogada como un típico drama adolescente pues, hasta el momento, ninguna otra serie se había atrevido a hablar de la sexualidad humana sin los típicos tabúes y con la mayor naturalidad posible a través de sus personajes entrañables.
Ahora, en esta segunda temporada, los escritores lograron que la trama construida en la primera temporada se renovará al incorporar nuevas tramas y personajes. Sin embargo, para estos nuevos episodios, la serie logra posicionarse y establecerse con un buen ritmo en cada uno de los ocho capítulos y de nuevo, su abanico impresionante de personajes que atraviesan problemas típicos de adolescentes (y en esta ocasión también se presentan los problemas que experimentan los adultos) que son tratados en la serie desde lo más cómicos hasta lo más serios que esos problemas pueden llegar a ser.
El inicio es especialmente divertido con Otis (Asa Buterfield) emprendiendo su viaje de autodescubrimiento para superar su fobia sexual y un Instituto Moordale atravesando una “epidemia” de clamidia producto de la desinformación y la histeria colectiva. Es aquí cuando entra la terapeuta sexual, Jean Milburn (Gillian Anderson), para renovar el plan de estudios de Educación Sexual y hacer que los jóvenes hablen abiertamente de su sexualidad, lo que pone en peligro la clínica sexual de Otis, siendo esto apenas una mínima parte de lo que ocurre en esta gran temporada.
Sex Education pone la vara sumamente alta para otras series de adolescentes y logra una sintonía que muy pocas series se dan el lujo de poseer: si en la primera temporada cautivó por la naturalidad que tiene de hablar de temas delicados como el placer y la salud sexual, la identidad e incluso el aborto, esta segunda temporada logra mantener eso que la hace tan especial al tratar temas como las repercusiones psicológicas de una agresión sexual, la autoestima, la masturbación individual o en pareja, las relaciones sociales y afectivas como la amistad y una impresionante cantidad de temas complejos que nunca nos atrevemos a mencionar y la serie muestra sin ánimos de volverse morbosa o vulgar.
Un punto negativo que posee esta temporada es que la serie dejó en claro que habrá una tercera temporada con un cliffhanger demasiado sencillo y conveniente al usar a la principal trama sentimental entre Otis y Maeve como chivo expiatorio para dar entrada a otro triángulo amoroso. Con todo y eso la serie puede darse el lujo de ser un poquito cliché.