Olivier Nakache y Eric Toledano vuelven al mundo del cine después de su breve intervención en televisión con la serie En therapie, que tuvo un gran éxito en ratings. Aquí, ambos recuperan la vena cómica y humanista que los caracterizó en cintas previas como la memorable Amigos (2011) o La fiesta de la vida (2017), que tuvo su paso por una pasada edición del Tour de Cine Francés. Aquí, ambos se sumergen en el mundo de las personas que constantemente deben dinero y han tenido un año difícil, elocuente título del filme que se sustenta con un montaje inicial donde pareciera que Francia ha tenido varios de éstos en décadas.
Albert (Pio Marmai) y Bruno (Jonathan Cohen) son un par de perdedores de poca monta que están constantemente endeudados y tienen problemas con sus familias. Mientras buscan soluciones para poder salir de sus respectivos dilemas, conocen a un grupo de jóvenes activistas medioambientales. Atraídos por la cerveza y las comida gratis que hay en sus reuniones más que por la causa, ambos se integrarán poco a poco en el movimiento sin tener una convicción, aprovechándose de la mejor forma de ese desapego de lo material por el que el grupo aboga en aras de mejorar el medio ambiente. Pero la presencia de Cactus (Nomei Merlant) pondrá en tela de juicio la unión de este duo y las diferencias entre actuar por tu propio interés o por una causa común.
Evitando caer en el análisis de los temas económicos, políticos y sociales alrededor de ello, los cineastas desenvuelven la trama alrededor de ellos dos, quienes se van convirtiendo en miembros clave de estos activistas ambientales, aprovechando su experiencia de estafas callejeras para conseguir los propósitos individuales. Pero es ahí donde la historia de Nakache y Toledano toma fuerza, pues a pesar de burlarse constantemente del infortunio de sus protagonistas, acompañados por un bonachón asesor de deudas con otros problemas (Mathieu Amalric), Un año difícil muestra cierta reflexión sobre la cuestión de cómo nuestros ideales o metas propias y el egoísmo que tenemos al ver solamente por nosotros mismos puede vencer a una mirada de comunidad. Y es que tanto Albert como Bruno, en algún punto, tienen que enfrentar las consecuencias de sacarle provecho a la causa en la que no creían para solventar su líos económicos.
Además, Nakache y Toledano juegan al mostrar la gran diferencia que hay entre las clases, satirizando mucho más a los ricos que a los pobres. Los activistas, como Cactus, suelen pertenecer a esa clase alta. Ella es una chica nacida dentro del privilegio que siente no pertenecer al mismo. Si bien sus ideales permiten que uno admire la determinación que tiene sobre la causa ambientalista que defiende, que es le calentamiento global, existen también otras cosas que mucha gente considera más importantes como sobrevivir día a día con el poco dinero que se tiene. Esa diferencia es la que alimenta la dinámica entre esta triada, donde algunos no tienen que preocuparse por su futuro mientras que otros viven al día.
Si bien hay momentos en que el relato puede dispersarse en diversos temas que van saliendo como el mismo sistema torcido que no permite salir de la crisis a los ciudadanos endeudados, Nakache y Toledano logran balancear bien la comedia con ese aspecto humano, creando un humor más inteligente que barato. Su ambición narrativa se aplaude al querer tocar estos temas sociales que son de suma importancia en el presente. Pero definitivamente nada funcionaría si no fuera por la gran química entre Marmai y Cohen, quienes hacen de sus personajes una dupla bastante graciosa y empática. A pesar de que el público sabe de sus propios intereses y que hacen cosas no bien vistas, se entiende el porqué uno apoya a este par de perdedores que no tiene ni siquiera un hogar donde quedarse.
En el apartado técnico, esta mancuerna de realizadores, como siempre, sacan ventaja de una banda sonora destacada con temas de artistas muy variados que resultan parte del corazón de esta aventura citadina. Nombres como el de Yuri Buenaventura, Jacques Brel, Chick y Jimi Hendrix acompañan esta constante lucha entre los intereses individuales y la gente que vive un año, mes o día difícil al grado de no poder salir adelante por sus deudas, contra aquellas luchas mucho más grandes en las que, muchas veces, el contraste entre ambas parece no tener una solución clara.
Conclusión
Aderezándola con un pequeño conflicto romántico entre la comprometida activista Cactus y el desinteresado Albert, que generan también una linda química entre ellos que se ve comprometida al saberse toda la verdad, francamente Un año difícil es una divertida reflexión por parte de Nakache y Toledano que siguen teniendo el toque de crear relatos entretenidos, acompañados de un ritmo agradable y de esa capacidad de mezclar el drama y la comedia para poner en la mesa ideologías y posturas contrarias de manera efectiva, pero sobre todo, realistas con un tono de sátira acertada.