El stand de los besos 2

Una ligera (pero no excepcional) mejora a la trama

La consolidación de Netflix como la productora de la nueva era de comedias románticas adolescentes es evidente, sin embargo, parece una inminente tarea el explorar un poco más a detalle este fenómeno tan curioso que ocurre con su fascinación por los dramas adolescentes cargados con una cantidad preocupante de toxicidad que, de forma sorpresiva y alarmante, atraen a una gran audiencia juvenil.

Para fortuna de todos, en The Kissing Booth 2, las masculinidades tóxicas y los potenciales estereotipos de género logran disminuir significativamente comparados a los de su predecesora.

Esta segunda parte dirigida y escrita de nueva cuenta por el director Vince Marcello continúa la historia de Elle (Joey King), Noah (Jacob Elordi) y Lee (Joel Courtney) en donde Elle se enfrenta a una relación a larga distancia ahora que su novio Noah se fue a la universidad, al mismo tiempo que tiene que tomar las riendas de su futuro y decidir entre estudiar con su gran amor, Noah, o su mejor amigo de la infancia, Lee.

La historia sigue siendo bastante simple. Como cualquier otro drama adolescente, tiene la aparición de nuevos personajes para traer problemas al «paraíso» de nuestra pareja principal: mientras que en su estancia en la universidad Noah conoce a una atractiva estudiante británica, Chloe (Maisie Richardson- Sellers), con la que sale demasiado por las noches; Elle mitiga el dolor de la ausencia de Noah siendo el mal tercio entre Lee y su novia Rachel (Meganne Young), hasta que Lee encuentra la forma de separarse un poco de su asfixiante y co-dependiente relación con su mejor amiga por medio de la nueva atracción de la escuela: Marco (Taylor Zakhar Perez) siendo él el único que podrá ayudar a Elle a ganar el concurso Dance Dance Mania para poder pagar sus estudios universitarios.

La trama nos llevará a los típicos triángulos amorosos y a los icónicos malentendidos que siempre se podrían arreglar con una simple conversación seria entre cada uno de los personajes, los cuales parecen no tener problemas con siempre ventilar sus intimidades en lugares públicos.

Y es que, a pesar del cambio de dirección de esta segunda entrega con la mejora del personaje de Noah al demostrar un cambio de carácter a uno más dócil y menos impulsivo, así como sus ligeras pinceladas por mostrar la importancia de la comunicación en nuestras relaciones personales, la realidad termina por hacernos ver que la mayoría de los problemas son, tanto absurdos como fáciles de resolver, y hacen que nos preguntemos constantemente por qué la película tiene una duración de un poco más de dos horas.

Otro de los puntos que vale la pena mencionar es el sello característico de esta franquicia: el cringe, que no se limita a la apariencia física de todo el elenco, el cual ni de chiste aparenta una generación de adolescentes llenos de inseguridades y sexualidades reprimidas, sino que, además, cuenta con humor tan embarazoso como la escena de Elle dando un discurso por el altavoz sobre lo maravilloso que es el cuerpo de Marco y todo lo que quisiera hacer con él…. Simplemente incómodo de ver.

Los puntos más destacables de la película son el auténtico interés que tiene la actriz Joey King por ofrecer lo mejor de su personaje y demostrarnos el carisma que posee en cada una de sus apariciones, y el intento que hace la cinta por erradicar el estereotipo girl vs girl al profundizar en la relación de Elle y Rachel y la nueva relación entre Elle y la amiga universitaria de Noah, Chloe.

Conclusión

Al igual que su predecesora, The Kissing Booth 2 deja una conclusión que conduce a la inminente tercera parte (ya anunciada por Netflix) para finalizar con la historia de estos personajes cuyo origen es difícil ignorar, es decir, la novela Young Adult de una Beth Reekles de apenas 15 años, pues es muy obvia la falta de desarrollo en la trama y la construcción tan pobre de los personajes.

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