Vidas pasadas - Reseña

Un respiro puro, nostálgico y, a su vez, innovador, sobre el amor y su transformación

Por Andrea Luna

En su debut cinematográfico, Celine Song nos entrega una historia -inspirada en su propia experiencia- sobre la amistad, los reencuentros y el perseguir los sueños.

En Seúl se encuentran Na Young y Hae Sung un par de niños que gustan de sí y crean un vínculo muy cercano hasta que Na Young, anuncia ante su salón de clases que está próxima a emigrar junto con su familia a Norteamérica, cambiando así, el rumbo de las vidas de ambos. Doce años después, mientras Na Young, ahora llamada Nora (Greta Lee), está hablando con su mamá por teléfono, recuerda a su amor de la infancia, sintiendo curiosidad por saber qué habrá pasado con él y animada por su madre, lo busca en Facebook dándose cuenta que Hae Sung (Teo Yoo) había estado buscándola desde hace ya tiempo, lo que empuja a Nora a mandarle solicitud de amistad. Esto es el inicio (o continuación) de una relación a distancia, sostenida por repetidas videollamadas pero que con el tiempo, se ve desgastada por los diferentes ritmos de vida, distintas horas y la eterna incertidumbre sobre su reencuentro físico. De nueva cuenta durante 12 años, dejan de saberse del uno del otro hasta que Hae Sung decide visitar a Nora en Nueva York, solo que ahora, está casada desde hace un tiempo con Arthur (John Magaro) quien al igual que ella le apasiona la escritura. En este último reencuentro es donde mayor énfasis hace la película, los sueños que se tenían en el pasado, los ideales y los planes que no se llevaron a cabo en su momento, ya no le pertenecen a las personas del ahora, sino a las de ese entonces.

El tema de los reencuentros nos hace recordar a la trilogía de Antes de… (Richard Linklater, 1995-2013) y la serie Normal people (2020), y no solo eso, sino el tono de la narración, que se recarga en la contemplación de entre los personajes y de estos con su entorno.

La indiscutible química que hay entre los protagonistas, las miradas fijas y la tensión por tener un mínimo contacto físico sin llegar a hacerlo, nos provocan lo que Orgullo y Prejuicio (Joe Wright, 2005) logró en pantalla. Es un vínculo que aún existe, una conexión que sobrevive por una creencia coreana o por añorar el pasado y lo que pudo ser, una conexión que, aunque tenga destellos de vida, ya no le pertenece a las personas del ahora. Un filme con grandes actuaciones donde se destaca Greta Lee, un brillante manejo gestual; tomas y encuadres pulcros y armoniosos, un relato con una pizca de comedia y alejado del melodrama.

Past lives es un respiro puro, nostálgico y, a su vez, innovador, sobre el amor y su transformación, los ideales de las personas y cómo es que estos van cambiando, una historia sobre la aceptación de nuestro presente y sobre el lugar que ocupa el pasado.