¿Qué es en verdad el derecho a la vida?
La muerte significa el fin de la vida en el sentido lingüístico. En la filosofía, Martin Heidegger, la consideraba como un acontecimiento esencial en la aventura humana. Morir entabla un misterio, un momento para decir adiós a todo, un duelo, dirían los psicólogos. Irónicamente, este hecho inevitable de la existencia se liga intrínsecamente con su opuesto, la vida. Para Sócrates, morir constituía incluso una esperanza y hasta una posibilidad de tener una verdadera felicidad.
Para André (André Dussolier), significa el conjunto de muchas de esas ideas, pues derivado de una embolia a su avanzada edad, considera que ya no quiere vivir la vida de esa forma. Esa delgada línea entre la vida, la muerte y el poder de elección sobre ella es lo que plantea Francois Ozon en Todo Saldrá Bien.
Basada en la novela de Emmanuèle Bernheim, quien es una de las guías del relato -interpretada en la cinta por Sophie Marceau-, nos habla del enfrentamiento que tiene ante el evento cerebrovascular de su padre quien, al despertar, le pide a su hija que le ayude a tener una muerte asistida y digna. Esto desatará interesantes discusiones entre la familia cuyos tonos van desde un sentido humorista ligero hasta reflexiones más profundas sobre el tema.
No es la primera vez que la eutanasia es el tema central de un filme. Desde obras como la realista Mar adentro (Amenábar, 2004), la sorpresiva Golpes del destino (Eastwood, 2004), hasta la dramática ficción de Yo antes de ti (Sharrock, 2016), el tema de la decisión de una muerte digna resuena debido a la ilegalidad o censura de la misma en una sociedad que aboga por los derechos de un cuerpo y una decisión pero que raramente piensa o pone el dedo sobre la llaga en la determinación del final de nuestra existencia, aquella que se teme de alguna forma y que sigue siendo un tema de élites o de tabúes religiosos.
Ozon se inclina aquí por una tragicomedia, para hablar de esos vínculos familiares que también pesan en este tipo de decisiones, así como en los recovecos legales en torno a quienes pueden tomar la resolución de la muerte en el único país que lo permite (Suiza), mostrando ese negocio duro y difícil que es la muerte, contrastado con la belleza de la herencia que nuestros padres o abuelos dejan a su paso.
Y aunque el personaje de Dussolier es quien lleva la batuta de lo que sucede en el relato, son las mujeres de la familia (sus dos hijas, a quienes él de alguna forma ha menospreciado de cierta manera); las que ayudan a plasmar ese cuadro psicológico de diversos rangos que justifique los actos de su padre, en donde Ozon navega entre las fronteras de la exploración emocional, las ataduras, el decir adiós y el dolor que, puede o no, sentirse al respecto de esta decisión.
En Todo saldrá bien, incluso hay comentarios satíricos que denotan el clasicismo inherente que permite tomar la decisión de morir cuando se desea, mientras que a ‘los pobres’ no les queda más que el proceso completo de sufrir hasta el último respiro. Es a través de esa fórmula tragicómica propuesta por Ozon, dónde se lanzan preguntas al aire para reflexionar: ¿Qué es en verdad el derecho a la vida si no tenemos la capacidad de decidir sobre terminar con ella voluntariamente? ¿Porqué es inadmisible o inaccesible ese tema para todos y sólo existe para un estrato social específico?
Pero sobre todas las cosas, existe esa sensación del trato ante la gente que podría ser ‘muerta en vida’, aquellas personas que, por la edad, lesiones o enfermedad, ya no encuentran razones para seguir viviendo o luchando, poniendo a prueba ese lazo de amor hacia ellos y los actos que uno puede hacer para ayudarlos. De alguna forma, son cuestiones existencialistas donde la libertad de cada individuo es la guía que va más allá de la moral y de la muerte misma, en un horizonte donde la culpa es una sombra y la eutanasia es un recurso para liberar a alguien de todo dolor terrenal.
Es así que Ozon, de manera cínica para algunos, sentimental para otros, plantea una cuestión polémica donde ese destino final puede ser tomado como algo frívolo o el acto más piadoso, según sea conveniente. Sin embargo, siempre hay que tener en cuenta que la muerte es lo único inevitable y que, para decir adiós, tal vez querríamos siempre hacerlo de la manera más tranquila posible y clamar que todo saldrá bien a donde quiera que vayamos.
Nota personal: Este texto está dedicado a la memoria de un ser querido que ha partido, mi abuela Antonia, después de una larga vida en donde su muerte me ha dejado muchas enseñanzas, sobre todo que a veces el partir es la mejor decisión de todas pues, como Sócrates decía, este hecho funesto puede traer una felicidad oculta, aquella que se hospeda en las memorias de una existencia digna y una despedida dura.
Sobre el autor
Ficha técnica
- Título original: Tout s’est bien passé
- Dirección: François Ozon
- Guion: François Ozon, basado en la novela homónima de Emmanuèle Bernheim.
- Reparto: Sophie Marceau, André Dussollier, Géraldine Pailhas
- Duración: 113 min.
- País: Francia
- Año: 2021