Un cierre aferrado a la nostalgia
Durante más de 40 años, Star Wars ha conseguido que viajemos por una galaxia muy, muy lejana donde nos hemos topado con androides, naves, criaturas extrañas y una guerra que no tiene fin. Series, novelas, cómics, enciclopedias, videojuegos y tres trilogías han sido prueba más que suficiente de la importancia de este universo que en 2019 llega a su fin en el cine tras un seguidilla de cintas decepcionantes.
Con el reto de borrar la desastrosa imagen del anterior episodio, J.J. Abrams y compañía nos entregan Star Wars: El ascenso de Skywalker, una cinta con elementos interesantes pero que falla en lo más importante: proponer algo épico y digno de tan emblemática saga.
Situada un año después de los eventos de Los últimos Jedi, los restos de la Resistencia se enfrentarán una vez más a la Primera Orden, involucrando conflictos del pasado y del presente. Mientras tanto, el antiguo enfrentamientos entre los Jedi y los Sith llegará a su clímax, lo que llevará a la saga de los Skywalker a un final definitivo.
Como de costumbre, la parte visual y sonora es de la mejor calidad. La fotografía John Schwartzman es impecable ya que consigue transportar al espectador a cada planeta, batalla y acontecimiento de la cinta. Sumado a lo anterior, las legendarias partituras del maestro John Williams vuelven a brillar y le dan otro sabor a cada escena de la cinta. Una despedida a lo grande por parte del gran director que no volverá más a esa galaxia lejana. Además, hace un inolvidable (aunque breve) cameo que todo fan amará.
Hay que reconocer que el fan service entra en los momentos más oportunos, haciendo que todo amante de esta franquicia se emocione, pinceladas irregulares que corresponden al hype del fanático. Las dos horas y 22 minutos de duración son fluidas, en los que mantienen atento al espectador, evitando el aletargamiento que en el anterior episodio si se daba.
Pese a lo anterior, los problemas de las entregas anteriores siguen presentes y de manera notable, aunque sí se perciben ciertos esfuerzos por solucionarlos. Demostrando su dependencia desmedida al material original que corresponde a una falta de imaginación, creatividad y atrevimiento, la cinta está llena de referencias que distraen de la falta de sustancia a este desenlace que se supone épico.
La trama es muy predecible con secuencias repletas de fan service distractoras o que buscan hacer sentir como «inesperado» el camino que sigue la historia. Se hace evidente que se amalgamaron de manera fallida todo tipo de tomas, escenas, música, personajes, frases y naves de todos los episodios con el fin de esconder lo superficial de esta entrega.
A esto se le suma la sensación de falta de aprovechamiento en momentos que pudieron ser épicos. En el clímax, hay una escena que de haber «echado la carne al asador» habría sido icónica e inolvidable, quizá uno de los finales más impresionantes de los últimos años (pista: involucra a Rey y el último combate).
La cinta es, paradójicamente, una falta de respeto a personajes, naves y otros tantos elementos de los que dependen. Esto se ejemplifica casi al inicio de la cinta con un Halcón Milenario manejado de manera irresponsable por Poe o este último aterriza de forma irrisoria tan legendaria nave.
Las batallas que suceden entre la Resistencia y la Primera Orden carecen de la fuerza a la que Star Wars tenía acostumbrados a todos. Ninguna resulta épica ni memorable.
De manera clara, la agenda política que involucra el empoderamiento femenino y personajes LGBTI siguen la línea de exageración que ya reina en la industria. No hay encanto en ninguno de ellos, haciendo incómodos varios lapsos de la cinta.
Nuestra protagonista de la noche a la mañana posee un poder que contradice la naturaleza y reglas de este universo. Es curioso que personajes como Obi-Wan, Luke Skywalker, Darth Vader o el mismo Kylo Ren hayan tenido que entrenar por años para lograr su nivel, algo que no aplica a Rey (siendo la justificación a este hecho algo que se antoja espontáneo o como justificación para algunas «sorpresas» que guarda esta película).
Siguiendo lo anterior, los personajes principales de estas nueva trilogía carecen de carisma, algo que se busca equilibrar con la intervención de personajes como Leia Organa (quién tiene una de las pocas despedidas dignas en esta tormentosa tercia de películas), Lando Calrissian (con una buena aunque breve participación) o los androides R2-D2 y C-3PO (siendo este episodio donde por fin les dan más escenas y eso se agradece).
Por cierto, entre todas las escenas que causan sorpresa (pero no de la buena) destacan dos: una que involucra a Kylo Ren y Rey (causará conmoción y extrañeza, ya que sale sobrando); y el enfrentamiento final (mal ejecutado).
Conclusión:
Star Wars: El ascenso de Skywalker es una cinta que posee un apartado visual-sonoro a la altura de la mítica saga espacial, aderezado por la música incomparable del único John Williams y un cúmulo de elementos que todo fan de este universo disfrutará por momentos. Sin embargo, en lugar de centrarse en ofrecer algo de calidad, el propósito es claro: arreglar la hecatombe del episodio pasado además de una saga innecesaria.
Este noveno episodio, presunta última película de esta galaxia «muy, muy lejana» entretiene pero no ocupa su lugar como cierre o final de toda una historia legendaria. Lamentablemente, lo mejor de este proyecto que inició con el entonces ascendente George Lucas en mayo de 1977 ocurrió hace «mucho tiempo». Lo peor de todo: deja una sensación de «falta de respeto» sobre todo a los fans que a ellos se debe la existencia de todo esto.
Sobre el autor
Ficha Técnica
- Director: J.J. Abrams
- Guion: J.J. Abrams y Chris Terrio
- Reparto: Adam Driver, Daisy Ridley, John Boyega