Sin Ventura - Reseña

Una de las propuestas más arriesgadas del Festival Kinoki

Dentro del marco del Festival de Cine Universitario Kinoki, donde el espectador puede disfrutar de proyectos realizados por y para estudiantes universitarios, una de las propuestas más arriesgadas debido a su narrativa experimental y lúdica fue Sin Ventura, en la que un joven estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación de 19 años entrega una ópera prima bastante intrigante.

Este relato, escrito y dirigido por Fabio González, mismo que fue grabado durante la pandemia del 2020, nos cuenta de una manera bastante particular la historia de dos hermanas que comparten un departamento en la Ciudad de México por el lapso de un año, usando diversas técnicas para dejar en claro lo que es la vida en el encierro y la sensación de pérdida.

Obedeciendo al término que da nombre al festival y que fue usado por primera vez por el cineasta ruso Dziga Vertov en la década de 1920 para nombrar a las personas devotas al cine, el trabajo de este cineasta en ciernes obedece a un concepto en el que la fotografía a blanco y negro hace que la simpleza del relato adquiera una profundidad interesante, hasta reflexiva. A pesar de que las hermanas viven en el mismo lugar, ambas parecen estar distantes, cada una en su mundo, uno lleno de ensoñaciones y nostalgia mientras que otro más realista se asoma por ahí.

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Presentada en el Festival Kinoki, la obra creada por González encuentra un lado humano que juega con tomas bastante contemplativas, una cámara a veces estática y con una fotografía que va del blanco y negro al color para hacer la distinción entre los sueños y la realidad de la vida citadina.

La cinta usa diferentes estilos narrativos y visuales para hablar de los vacíos y la pérdida que azota a las hermanas, manejando la sensación espectral de una presencia que existe en sus memorias pero ya no físicamente, situación que va llevando a las protagonistas a encontrarse en medio de ese hueco que genera esta ausencia.

La labor de fotografía y edición resaltan mucho en la cinta, contagiando justamente esa sensación de sin ventura, de esa falta de dicha o felicidad a la que hace alusión el título pero que poco a poco se va transformando en una reflexión íntima y personal de la buena fortuna que les queda a las protagonistas que lidian con el fantasma de la pérdida y los vacíos emocionales de diferente manera.

Este experimento cinematográfico puede resultar un tanto pesado debido a su naturaleza misma, ya que no tiene un argumento bien definido y opta más por captar en la cámara la vida misma como arte. En medio de ello, hay algunos emplazamientos o problemas en la calidad de sonido que impiden el mejor desarrollo del filme mas allá de que su desenlace es bastante emotivo y deja más claras las intenciones del proyecto.

Conclusión

Como toda ópera prima y a pesar de los aciertos y problemáticas que esta cinta presenta, no se puede ignorar la labor de este festival al buscar promover la cultura cinematográfica y el desarrollo de todos los estudiantes entusiastas que tengan un interés en el cine. Es ahí que González, con Sin Ventura, y muchos otros jóvenes amantes del séptimo arte encuentran en Kinoki la manera de expresar sus ideas, sus visiones y voces para poco a poco ir formándose de mejor manera.

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