La no tan adorable historia de un estafador marginado
El director Sean Baker ha sabido mostrar un lado del ‘sueño americano’ que no se percibe muchas veces en el cine industrial al presentar relatos de los olvidados por este país donde el dinero marca las reglas o el concepto de ‘hacer a América grande de nuevo’ funciona como mero slogan de campañas políticas falsas o promesas lanzadas al aire que una parte de la sociedad añora se cumpla.
Desde los inicios de su carrera en el cine de corte independiente, Baker se ha distinguido por ese estilo naturalista sumado a esa capacidad de captar una autenticidad tremenda en sus personajes que se enfrentan a retos reales. Desde Take Out (2004), pasando por Prince of Broadway (2008) hasta Tangerine (2015) o El Proyecto Florida (2017), el común denominador siempre son estos protagonistas atribulados que enfrentan sus decisiones pasadas o presentes.
Baker regresa con su séptimo largometraje titulado Red Rocket para dejar de lado la olvidada Florida a la sombra de Disneyland o las luces distantes de Los Ángeles vistas a través de dos prostitutas buscando el amor, trasladándonos al sureño estado de Texas uniéndose a la figura de Simon Rex, cuya vida pasada lo ha llevado por el porno, la música, el modelaje y la televisión, en el que un acabado ex actor porno, Mikey (Rex) trata de encontrar la manera de retomar su camino sin importar las formas.
De la mano de sus dos últimas cintas, Baker de nuevo muestra este peculiar universo que refleja a la ‘América profunda’, donde el éxito parece ser un espejismo y las ganas de largarse de ahí para vivir un sueño inalcanzable son tangentes en todos los habitantes de esta comunidad texana, misma que también comparte una cosa más: el desagrado por el regreso de esta ex extrella, un vividor carismático que toma siempre las peores decisiones sin importar a quien deja mal en su camino.
Curiosamente, es el encanto de Simon Rex lo que, de alguna forma, nos hace mantener la atención en este relato. Aunque constantemente sabemos que el curso de sus decisiones tarde o temprano lo va a llevar a tener un problema, la capacidad que muestra Rex de inyectar a su Mikey de un toque patéticamente carismático es algo fascinante. De alguna forma, captura una esencia de imbécil agradable al que todos sabemos que, tarde o temprano, la vida le cobrará factura.
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Alrededor de él tenemos al vecino agradable que busca tener un lazo amistoso, a su ex esposa y su suegra que no confían plenamente en él y una jovencita que se convierte en el oscuro objeto del deseo de este proxeneta/estafador de poca monta. Todos ellos son afectados por las actitudes de este cuarentón egoísta que parece ser rechazado no sólo por su anterior línea de trabajo sino por su irresponsabilidad tácita en la que nadie importa más que él.
Esta actitud se torna como un complemento de la era Trump en la que el filme se ubica, esa que, como en la década de los 80s con Reagan, clamaba el hacer a un país grande a costo de aquellos que no tienen esa oportunidad y que, al tenerla, buscan aferrarse a ello sin contemplaciones. Ese acto de supremacía autoritaria moral es lo que padece este protagonista, pues si lo hace él está bien sin importar las consecuencias. Esto habla de la gran labor de Baker y Chris Bergoch, que desarrollan a Mikey y sus compañeros de escena de una manera efectiva sin dejar de lado ese factor social característico.
El realizador oriundo de Nueva Jersey también se mantiene fiel a esa estética de sus últimos filmes. Gracias a la fotografía de Drew Daniels (Viene de Noche, 2017; Las Olas, 2019), Baker capta a este pequeño lugar cercano a la zona industrial petrolera de Texas como este lugar marginal donde el sueño americano no llega. Esto, aunado a los colores pastel característicos del diseño de arte y una autoreferencia a esos lugares como la tienda de donas, hacen de este relato algo visualmente bello de ver por desagradable que sea el protagonista.
También resalta que, desde el inicio, una canción de N’Sync resulta ser una especie de profecía que persigue intrínsecamente al fracasado Mikey, uno que no puede encontrar un lugar en esta nación dividida. Aunado a ello, el desenlace resulta ser una escena fiel a la idea de Baker, aquella que pone en una perspectiva final al arrogante protagonista sin dejar de lado un mensaje incómodo y agridulce detrás en una especie de visión premonitoria del merecido destino de Mikey y la corrupción de valores en la sociedad norteamericana.
Conclusión
Esta tragicomedia podría muy bien complementar un tríptico de diferentes visiones acerca de esa parte de una nación, aquella que se oculta en los recovecos marginales de la misma en la que Baker muestra el lado humano sin caer en lo moralino o aleccionador, pues estos personajes son fallidos, tienen problemas y están llenos de texturas, incluso esta especie de ‘antihéroe’ narcisista que causa cierto encanto, un tipo que, por extraño que parezca, no podemos dejar de amar odiarlo.
Sobre el autor
Ficha Técnica
- Dirección: Sean Baker
- Guion: Sean Baker, Chris Bergoch
- Reparto: Simon Rex, Suzanna Son, Bree Elord
- Duración: 128 min.
- País: EUA
- Año: 2021