La Abuela – Reseña

Un relato acerca de lo duro que es envejecer

Nacido en Valencia, España, el cineasta Paco Plaza  ha evolucionado mucho en su estilo y visión como director. Lejos queda ese debut en largometrajes con el documental de OT: La Película (2002) al lado de su incondicional compañero en ese entonces, el catalán Jaume Balaguero así como el gran éxito que tuvieron ambos al explotar el terror usando el found footage en la saga de REC (2007), en la cual participó por última vez en la tercera parte.

Ahora, Plaza regresa al género que más le ha dado y que incluso lo ha convertido en consentido de festivales como SITGES o Mórbido, para entregar un relato estilizado y tremendamente atmosférico en La Abuela, una historia donde el miedo a envejecer es transmitido por una modelo, Susana (Almodena Amor), que tiene que abandonar su trabajo en París para cuidar de su matriarca, misma que sufrió un derrame cerebral. Pero oscuras cosas hay detrás de este hecho que poco a poco convertirán la vida de Susana en una pesadilla.

Después del thriller dramático Quien a Hierro Mata (2019), Plaza decide colaborar con el guionista y realizador Carlos Vermut para crear este relato acerca de lo duro que es envejecer, dotándolo de una explicación sobrenatural que le da ese toque de horror necesario. Similar a lo visto en cintas como Relic (2020) de Natalie Erika James, el miedo generacional al inexorable paso del tiempo se vuelve el principal aderezo de esta historia, pues la nieta, Susana, no sabe que hacer ante la delicada naturaleza de lo que vive su abuela.

La experiencia de pesadilla es transmitida de buena forma por Almodena Amor, misma que va cayendo en esta espiral donde no sabe qué es lo que pasa, si se está volviendo loca o si existe algo más detrás de ello. Y que decir del rol de Vera Valdez como la abuela, misma que muestra un aura de fragilidad pero también de amenaza, usando sus habilidades histriónicas para demostrar que la vejez es una etapa que puede causar escalofríos, transmitiendo a través de la sola mirada una sensación de abismo desolador a través de ella, de esos que roban almas.

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Otra cuestión interesante es la atmósfera transmitida por la casa que ambas habitan, convirtiéndose en un personaje más cuyas habitaciones parecen esconder los secretos de la aparente pesadilla que están enfrentando ambas protagonistas que poco a poco va desarrollando ese posible desenlace impactante aunque predecible.

También destaca ese diseño de producción en el que el juego de los espejos y los retratos juegan un papel importante, haciendo referencia indirecta a aquel relato de Oscar Wilde acerca de la inmortalidad y el miedo a la vejez llamado El Retrato de Dorian Gray. Y es que hay partes en que la nieta, gracias al uso de este recurso, parece proyectar esa idea mientras lidia con los problemas de la abuela y los hechos detrás de esta misteriosa relación entre ambas. 

Sin embargo, uno de los puntos más flacos del filme, es justamente el guion de Vermut, pues la sutileza en las insinuaciones de su texto dan pauta a que lo desconocido se cierna sobre ambas, algo que va marcando su estilo y que es muy apreciable en la cinta Quien te Cantará (2018), pero que aquí va dejando un camino muy claro en cuanto a lo que va a suceder desde el comienzo. Aunque Plaza elabora el suspenso bien, el relato resulta un tanto obvio, lo que a veces complica el camino o produce un ritmo un tanto contemplativo, lo cual no evita que ambas visiones sean interesantes, inclinando la balanza de esta cinta por una de tipo ‘horror elevado’ que no da tregua ni rompe esa densa tensión que genera. 

La Abuela es un filme difícil que lleva al espectador a enfrentar esos miedos tan naturales en el ser humano. No sólo es el envejecer, sino también el dolor, la pérdida y las ilusiones rotas que acompañan al relato, sirviendo como una especie de reflejo en el espejo de las  situaciones que nos dan pánico enfrentar solos, recordando que la vida es efímera y en cualquier respiro se puede agotar.

Conclusión

Este filme de horror español se convierte en una colaboración de dos visiones interesantes que, con algunos tropiezos en el camino, sobre todo en su parte climática, logran escapar de los tropos del susto fácil, de la maquinaria hollywoodense para crear un elegante pero duro suspenso sobrenatural donde no existen sorpresas, simplemente muestra la dura experiencia de volverse viejo sin necesidad de subir el volumen o asustar de manera gratuita. 

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