Habitación 212 – 70ª Muestra Internacional de Cine

Enredo de una noche parisina

Una mujer casada (Chiara Mastroianni) tiene un romance con un estudiante que deriva en la separación de su marido (Benjamin Biolay). Y aunque la entrada de esta premisa suena a muchos otros melodramas románticos, la historia del veterano cineasta Christophe Honoré da una vuelta al conflicto que resulta no sólo entretenida sino por demás interesante.

Habitación 212 no sólo es el título de esta nueva película del realizador francés, sino que también es el número del cuarto de hotel al que se muda nuestra protagonista después de la discusión que lleva a la ruptura de su relación y que, curiosamente, se encuentra justo en frente del departamento donde vivían. Este lugar se convierte en el perfecto diván psicológico para un relato de enredos que remite tanto a la comedia vieja de Woody Allen como a las tragedias simbólicas de Ingmar Bergman.

Es en ese estilo que Honoré nos lleva por una noche de locura en la que el personaje de Chiara Mastroianni enfrenta el dilema de su infidelidad, las cuestiones por las que lo hace e incluso la remonta hasta las reflexiones acerca del peso del pasado, el amor idílico, la monotonía y todos los dilemas que una pareja de años puede tener guardados en el closet de la mente sin poder sacarlos.

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Honoré, que a su vez escribe el guion de esta tragicomedia, se enfoca en los estragos que el paso del tiempo tiene en las relaciones a largo plazo, llevándonos de una manera bastante original a que en el cuarto de un hotel, Mastroianni se enfrente de lleno a esos dilemas con las representaciones físico/mentales de su marido en diferentes etapas de su juventud, así como otras sorpresas que la harán reflexionar acerca de sus decisiones.

Uno de los puntos más destacados de esta cinta justamente es el papel de Mastroianni, papel con el que se hizo del galardón a Mejor Interpretación en el 2019 en el Festival de Cannes. Al verla de inicio, vemos una mujer que exuda seguridad en sí misma por fuera sin saber que, por dentro, tiene todas estas dudas y cuestiones que vamos explorando mientras la cinta avanza, aunado a ese guion de Honoré que sabe jugar muy bien con este factor fantasioso durante una sola noche y que le permite a la actriz mostrarse en diferentes facetas.

Cabe agregar el acierto de escoger a Vincent Lacoste como una contraparte un tanto cómica que le da un balance interesante al relato que a todas luces maneja ese juego del pasado y el presente con una añoranza de la juventud que inevitablemente se va. Esto, aunado a la visión del realizador que explota esos encuentros psicosurreales efectivos hace que la película fluya de buena forma en una dinámica bastante entretenida.

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La puesta en escena es interesante. A pesar de ser a todas luces algo similar a hacer una obra de teatro, Honoré sabe montarla de perfecta manera al ponernos en una sola calle todo y que los actos suelan suceder en habitaciones, lugares cerrados pero cercanos en una noche mágica llena de enredos y del encanto del cine. Hay detalles en la edición que hacen incluso sentir ese sentido de cómo se cierra un telón y la obra sigue en otro escenario, algo que de repente saca al espectador de su zona de confort.

Ante todas estas virtudes, el guion resalta no sólo por esas cuestiones que levanta ante el personaje de Mastroianni sino que también se da el lujo de entrar en profundidad en cuestiones de los moldes establecidos por el machismo que permean en la sociedad, ya que lo que hace su personaje a veces es juzgado pero en realidad es una metáfora en la que Honoré voltea los roles a los que estamos mal acostumbrados.

La infidelidad, los celos y el inevitable paso del tiempo son el centro de atención de lo que ocurre en esta Habitación 212, en una cinta que expone a la figura femenina en un rol que suele ser interpretado por y para el hombre. Lo interesante de este relato es justo el debate que expone sin prejuicios el realizador francés acerca de ello, sin tomar parte a favor de ninguno de los dos. Es decir, no cae en una victimización por parte de ninguno y sólo pone el tema en la mesa, como algo que existe, que pasa y que va para ambos lados por igual en un sentido humanista en el que sin importar el género, se vive.

Conclusión

Sacudiéndose las ensoñaciones de las tragicomedias románticas, Honoré y Mastroianni entregan una historia que nos pone a pensar acerca del amor, los recovecos, secretos y lo duro que es el paso del tiempo en las relaciones a largo plazo que además nos recuerda la importancia de las decisiones en el pasado y el presente todo esto en una especie de sueño de un enredo parisino en el que, con un humor inteligente, la habitación 212 se convierte en un lugar y una obra que habla acerca del corazón, la mente y la libertad sin emitir juicios. 

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