La enloquecida y folclórica búsqueda de la luz prohibida
La alucinante pero original visión de un cineasta es lo que muchas veces lo consolida en medio de un contexto en el cual el séptimo arte se inunda cada vez más de secuelas, reboots, franquicias y demás productos que, como diría Scorsese, pierden el sentido cinemático de hacer cine diferente, de autor, arriesgado y que dé de qué hablar.
En el género del terror surgieron un par de nombres como el de la australiana Jennifer Kent con su Babadook (2014) o el del estadounidense Ari Aster con su Legado del Diablo (Hereditary, 2018), entre muchos otros que salen del cine independiente, de poco presupuesto pero que se interesan en contar una buena historia. Entre ellos está Robert Eggers, cineasta que con La Bruja (The Witch, 2015) sorprendió a propios y extraños.
Esta vez Eggers regresa con su segundo largometraje para contarnos una historia no sólo filmada de manera estupenda sino que tiene diferentes lecturas y cuya complejidad la lleva a ser una extraña obra de arte en el cine actual. Acompañado de dos actores, uno experimentado y otro que apenas va consolidándose, el director oriundo de New Hampshire, EEUU, trae ahora la historia de dos marineros encargados de un faro en una isla remota de Nueva Inglaterra.
La aparente simpleza de la premisa es trastocada rápidamente con una gran maestría por parte de Eggers que, de nueva cuenta, explota de buena forma el folklor ahora de los marineros típicos de épocas pasadas inspirándose en diarios o bitácoras de algunos, además de tomar citas directamente de las obras de Herman Melville, autor del clásico literario Moby Dick, cuya vida se caracteriza por las diversas experiencias que tuvo como marino en sus diversos viajes, los cuales plasmó en muchas de sus novelas y cuentos, todo esto notoriamente plasmado en un guión intenso que pone frente a frente a sus actores.
No está por demás decir que Willem Dafoe es un actor cuyo desempeño ha marcado grandes momentos en el cine. Basta con recordarlo en cintas como Pelotón (Platoon, Stone,1986) o Proyecto Florida (The Florida Project, Baker, 2017), hasta Spiderman (Raimi, 2001) entre otros roles para ver la gran labor que suele hacer. Lo interesante en la cinta de Eggers y tal vez la más grande sorpresa es ver a Robert Pattinson a su lado.
Si bien su carrera suele estar estigmatizada por ser el vampiro Cullen en la saga de Crepúsculo, Pattinson ha tratado de diversificar y demostrar su valía trabajando con otros directores. Cronenberg (Cosmopolis, 2012), los Hermanos Safdie (Good Time, 2017) hasta Claire Denis (High Life, 2018) o David Michod (The Rover, 2014) han trabajado con él. Pero esta vez, al lado de Eggers y Dafoe saca lo mejor de su repertorio, poniéndose al tú por tú con su compañero de oficio logrando escenas de gran impacto en una cinta en la que una de sus virtudes radica justamente en una estupenda dirección de actores, casi teatral.
Es impresionante ver como ambos histriones se ponen a la altura del guión, escrito por los hermanos Eggers, sacándole jugo a cada momento de sus interacciones. Esto es aprovechado aún más por la estética en blanco y negro por la que decide ir Eggers, recordando los mejores momentos del expresionismo alemán en el séptimo arte. Y es que la labor en la fotografía es algo que destaca mucho, ya que gracias al uso de luz y sombras aunado a la expresividad de los actores transmite al espectador la sensación de opresión, demencia y duda ante los actos que vemos en la película.
Otro aspecto muy destacado es la diversidad de lecturas o interpretaciones que uno puede dar ante lo que ve, ya sea una mera anécdota de folklor marítimo como a su vez puede ser una clara alegoría marina del relato de Prometeo Encadenado, tragedia griega que involucra al citado en su búsqueda del fuego y el castigo que los dioses imponen ante semejante improperio.
Pero el relato no queda ahí, ya que también puede ser tomado como una alusión a la locura producida por el aislamiento y la confrontación con uno mismo, algo muy al estilo de Tarkovsky en cintas como Solaris (1971) o Stalker: La Zona (1979), donde los protagonistas enfrentan sus fantasmas hasta la aceptación de las mismas para después dar el paso que faltaba sin importar el resultado que ello conlleva.
Incluso la musicalización por parte de Mark Korven, que también colaboró con Eggers en La Bruja, es algo que funciona de maravilla. Desde el uso de los sonidos estridentes con el faro mismo hasta otro tipo de recursos que van muy acorde al desarrollo (o descenso a la locura) del personaje de Pattinson, hacen que la experiencia de verla sea tanto claustrofóbica como solitaria, otro gran recurso para el buen funcionamiento de una cinta que impresiona por su gran hechura.
Todo esto habla de la maestría con la que Eggers elabora el que sin duda es su más complejo trabajo a la fecha regalandonos una cinta que más allá de pertenecer a un género en específico nos presenta una gran pintura llena de referencias, de cultura y de tensión, ya que transmite ese suspenso, esa sensación de no saber que es lo que realmente está pasando hasta su resolución.
Conclusión
Eggers se consolida como uno de los nuevos directores más propositivos en la actualidad y El Faro es una muestra de lo que es capaz de hacer así como de las cosas que aún podemos esperar de él. Tecnicamete impecable y con actuaciones dignas de cualquier premio, El Faro resulta una experiencia única de casi dos horas donde todo lo que pasa tiene sentido, desde lo más violento hasta lo más perturbador, pintando así un bello canvas que nos lleva por una enloquecida y folklórica búsqueda hacia una luz (o escape) inalcanzable, incluso prohibido.
Sobre el autor
Ficha Técnica
- Dir. Robert Eggers
- Guion: Robert Eggers y Max Eggers
- Elenco: Robert Pattinson y Willem Dafoe