A Puertas Cerradas – 69ª Muestra Internacional de Cine

Costa-Gavras y el sucio juego de la política

Desde sus inicios, el director nacido en Loutra-Iraias, Grecia, Konstantinos Gavras ha tenido una filmografía de 28 títulos como director donde sus obras más reconocidas, como Z (1969), cinta ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera acerca del asesinato de un prominente político que es encubierto por agentes militares y del gobierno hasta que un magistrado busca sacar la verdad a flote, o el filme Desaparecido (Missing,1982) , por la que ganó un Premio de la Academia en la categoría de Mejor Guión Adaptado al presentar la historia de un hombre que se reúne con su nuera en Chile para tratar de encontrar al hijo que desapareció durante el golpe militar de Pinochet en contra de Allende, tienen tendencias hacia los temas políticos.

Siete años después de presentar su último largometraje, Capital (2012), donde presentaba la lucha de un banquero europeo por conservar su empresa ante el poderío norteamericano que buscaba adquirirla a toda costa, Costa-Gavras vuelve a tocar los problemas políticos en su país natal ubicándonos en la Grecia del 2015, cuando el mal estado de su economía llevó a una gran crisis en la nación, provocando que un nuevo gobierno se alzara con la intención de rebelarse ante las políticas establecidas por la Unión Europea y los banqueros que manejan no sólo el capital de esta unión sino del mundo.

Basado en las memorias políticas del ex Ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, interpretado en el filme por Christos Loulis, el realizador griego trae A Puertas Cerradas (Adults In the Room, 2019), mostrándonos el lado oscuro de la política que pareciera obedecer mundialmente a los intereses de unos pocos, dejando de lado el verdadero poder detrás de la palabra, misma que nos remite a su etimilogía griega, politikós, que significa “del Estado” o “de los ciudadanos”, quienes parecen ser un ente olvidado por aquellos que sustentan el poder en cada país u organización mundial.

A través de la mirada de Yanis, vemos esa constante puja entre las naciones y las organizaciones que comandan a los países europeos, mismos que buscan cobrar su deuda a pesar del dolor y la crisis socioeconómica que produjo el mal manejo de otros gobiernos de la misma en Grecia. Las imposibilidades de negociación, el juego de la doble cara donde a puertas cerradas se da el apoyo para que públicamente te den la puñalada por la espalda, entre otras dinámicas al parecer comunes dentro de las prácticas políticas, hacen que este relato sea uno donde el espectador confronta una horrible realidad: la política como se le conoce actualmente es una mierda que se inclina ante lo que le conviene y deja de lado el interés común por el de unos pocos.

El guion de Costa-Gavras nos recuerda las dificultades de la llegada del partido izquierdista Syriza que llegó gracias al poder del pueblo con la promesa de que salvarían al país y su economía que sufría los estragos de las estrategias impuestas por la Troika, buscando el mero objetivo de la reestructuración de una deuda que estaba dejando sin oportunidad de crecimiento a una nación entera. 

Varoufakis se vuelve el personaje guía del relato, la voz protagonista que se esfuerza en mostrarnos las malas prácticas de la Unión Europea  y sus aliados cercanos en una especie de odisea que nos mete de lleno en esas experiencias a puerta cerrada, donde las reuniones con los diferentes dirigentes, políticos, economistas e incluso los miembros de su propio partido se vuelven reveladores en cuanto a las estrategias sucias de este mundo que parece ser otro, diferente al de la gente que supuestamente representan.

Aunque la cinta no tiene un villano definido, es la figura de la nación alemana y su banca el que se presenta como el poder principal que mueve los hilos para evitar que se cumpla la misión de Grecia y Varoufakis de salvar a un país, ofreciendo como única solución el apegarse al plan establecido y seguir así la explotación y endeudamiento del pueblo griego o la segunda opción: salir de la Unión Europea y sufrir el cierre de la banca que los sostiene. 

La actuación de Loulis refleja la lucha que le interesa plasmar a Costa-Gavras desde sus inicios, tratando de sortear con la frustración y la persistencia de querer hacer lo mejor para su pueblo pero que a todas luces parece ser ignorada no sólo por la codicia de los denominados ‘hombres de negro’ representados aquí por el FMI, el BCE, Angela Merkel y demás centros de poder que mueven los hilos a su gusto. 

Aunque el carisma de Varoufakis se come la cinta, el desarrollo demasiado explicativo que raya casi en lo didáctico, volviendo al ritmo de la cinta un tanto pesado en sus poco más de dos horas de duración. Literalmente, es una cinta que depende tremendamente del diálogo, mismos que a veces pueden ser repetitivos o carecen de una mayor profundidad o función que la exposición del problema que sabemos existe, dejando de lado la posibilidad de ser más crítico utilizando una especie de sátira o humor negro que tal vez pudiera funcionar de mejor forma. 

A pesar de ello y el poco presupuesto que se ve reflejado en los recursos que utiliza en su lenguaje cinematográfico, dependiendo mucho de las escenas de interiores, A Puertas Cerradas toca fibras sensibles en una época donde la economía mundial enfrenta el momento más duro de su modelo moderno, provocando la reflexión acerca de la efectividad de estos sistemas que persisten y que, muchas veces, se olvidan del bienestar general.

Conclusión

El más reciente filme de este director de 86 años, ganador recientemente del Premio Donostia en el Festival de San Sebastián, se convierte en un interesante ejercicio donde destaca ese debate acerca de la voz del pueblo, los intereses de algunos cuantos y el sucio juego de la política que parece estar a manos de grandes niños haciendo falta la cordura y apertura de unos adultos en el cuarto de negociación. 

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