Una fábula sobre la naturaleza
Después de que en 2019 tuviera su debut con la cinta Away, el letonio Gints Zibalodis presenta una nueva obra interesante en Flow, un relato sin diálogos donde la animación se convierte en el recurso de una fábula sobre la naturaleza, el instinto y la empatía contada a través de la mirada de un gato negro que encontrará en un grupo de peculiares amistades la forma de sobrevivir a un mundo que sufrió un cataclismo natural en donde todo está inundando y no hay rastro algun de un ser humano.
Zibalodis se centra en este minino adorable que es capaz de expresar de todo con la simple mirada y unos cuantos maullidos. Alguna vez querido por un humano, el felino sobrevive a base de su mero instinto. Desde el mismo diseño imperfecto de este personaje, que no necesita el detalle de textura de su pelaje, algo a lo que el 3D en animación nos tiene acostumbrados, y sin necesidad de antropomorfizarlo al más puro estilo de Disney, Flow se convierte en un proyecto atractivo lleno de belleza visual, metáforas interesantes y, sobre todo, de una poderosa moraleja que poco a poco se desenvuelve.
No sólo es el diseño al más puro estilo del cartoon clásico que deja ver en nuestro protagonistas, con esos ojos amarillos que contrastan con el negro de su cuerpo, sino también la sencilla belleza de un capibara amistoso, la complejidad espiritual y consumista de un lémur, la alocada y hasta torpe actitud de un perro, hasta la gracia y sabiduría de un ave y la guía de una ballena, las que alimentan de vida un canvas precioso de paisajes donde el agua, elemento que nos da vida, devora lo que alguna vez fue la civilización humana ahora desaparecida.
Esa es una de las primeras metáforas que plantea Flow. Zibalodis plantea muy bien y sin mayor explicación que en este punto, los seres humanos no dominan la Tierra. Pareciera que la gran inundación es una de tantas acciones que la Tierra corre entre manos para limpiarse a sí misma de la belleza, pero también destrucción, que hemos causado sin poder comprender la importancia del equilibrio natural.
A través del arte en la casa del gato, además de lo visto en edificaciones y lugares que parecen ubicarnos en la parte asiática de nuestro globo terráqueo, admiramos la imponente belleza de lo hecho que ahora es nada a comparación del verde y el azul que rodea a esta camada de animales tan dispares que comprenden poco a poco que, para salir adelante, tendrán que actuar juntos y lograr la supervivencia dentro de esta crisis, todo esto a través de esos paisajes que parecieran ligeramente inspirados en la obra de un artista danés llamado Peder Mørk Mønsted.
Es ahí donde resuena otra de las grandes historias detrás de Flow. Desde la forma en que el minino negro aprende a hacer ciertas cosas que antes no podía, así como la actitud casi “hippie” del capibara que ayuda a todos como practicante de la máxima regla de amor y paz, hasta la cuestión de convivir entre especies que, prácticamente, no se llevan entre sì, pero que a través de la empatía y la comprensión, son capaces de enfrentar sus diferencias y uno que otro exabrupto, para lograr salir adelante. Zibalodis crea así un espejo de lo que debería ser el comportamiento social que, curiosamente se divide en cinco animales, como si cada uno representara cada continente de este mundo.
Otro de los aspectos claves de Flow recae en la musicalización de la cinta, obra del mismo Zibolidis y que creó a la par de la escritura del guion. Los acordes que acompañan a cada uno de los personajes y sus situaciones ayudan a acentuar la experiencia inmersiva que resulta ser la cinta. Entre acordes que mezclan sutiles cuerdas y percusiones, el filme adquiere una identidad única que se complementa con la decisión de los movimientos de cámara y la animación fluída que demuestra lo bien que el letonio y compañía estudiaron a sus protagonistas.
Conclusión
Flow se erige como un ambicioso proyecto independiente que no en balde ha conquistado la taquilla de su natal país, sino que ha dado de qué hablar en todo el mundo. Gracias a la universalidad de sus mensajes y la expresividad de sus protagonistas, la cinta funciona como una obra digna para toda la familia que igual nos comparte momentos de gran angustia, tristeza y ansiedad. Pero sobre todo, nos ayuda a entender que la vida y la naturaleza, como todo, debe fluir y que a pesar de lo funesto que pudiera ser el panorama, es la belleza de nuestra empatía y aprendizajes la que nos lleva a buen puerto.