Spider-Man: Sin Camino a Casa – Reseña

Celebrando por lo alto al amigable vecino arácnido

Tras el colosal suceso que supuso tanto Infinity War como Endgame, el UCM atraviesa por un mar de oportunidades de experimentación, mismas que traen consigo elevadas expectativas para el trayecto que sigue. Si bien las distintas propuestas han buscado darle giros a la fórmula de Marvel y han logrado momentos que los fans acérrimos del cómic agradecen, lo cierto es que la irregularidad ha sido el sello de la cuarta fase, nueva etapa sin un destino claro pero sí con un gran potencial de historias aún por contar.

Aprovechando la inmensa variedad de relatos a su disposición, Sony apuesta en grande con la tercera cinta del trepamuros encarnado por Tom Holland, ofreciendo un evento que explota tanto el poderío técnico como de una gran labor en la generación de momentos de enorme emoción propios de esta clase de proyectos.

Por primera vez en la historia cinematográfica de Spider-Man, nuestro héroe, vecino y amigo es desenmascarado y por tanto ya no capaz de separar su vida normal de los enormes riesgos que conlleva ser un Superhéroe. Cuando pide ayuda a Doctor Strange, los riesgos pasan a ser aún más peligrosos, obligándole a descubrir lo que realmente significa ser Spider-Man.

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Una de las cualidades de la cinta dirigida por Jon Watts es el ritmo constante que evita cualquier bajón o que genere la pérdida de atención por parte del público. Para lograr esto último, Chris McKenna y Erik Sommers arman un guión que equilibra el humor clásico del UCM con escenas de acción que aprovechan el formato IMAX al máximo.

Cada secuencia de combate del trepamuros genera la dosis ideal de adrenalina, disfrutable por una parte visual inmejorable y la partitura de Michael Giacchino, misma que dota de epicidad o amplifica el rango dramático de cada escena.

McKenna y Sommers también dan un paso importante en la evolución del Peter Parker de Holland, ya que en esta cinta el héroe principal se debe enfrentar a desafíos de su labor tanto de héroe como de la entrada a la vida adulta, se plasma también una mayor profundización en sus relaciones personales y otros factores del Spiderman clásico que aquí se recuperan.

Las actuaciones de la cinta demuestran compromiso y diversión en los integrantes del cast. Por el lado de los héroes: Tom Holland ofrece una actuación que va acordé a ese cambio en el devenir de su personaje, quizá con el mejor desarrollo de la trilogía; Jacob Batalon se mantiene en el lugar de alivio cómico con su Ned; siendo Zendaya quizá con MJ el personaje que no termina de encontrar su lugar con la propuesta de historia.

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Habrá que reconocer la excelente labor de los villanos, destacando a Alfred Molina con su Doc Oct, Willem Dafoe como Green Goblin (ambos antagonistas brillan) y Jamie Foxx que da otro ángulo de Electro, mismo que encaja de maravilla con otras buenas interpretaciones tales como Thomas Haden Church como Sandman o Rhys Ifans como Lizard.

Pese a que la parte visual cumple de maravilla en las secuencias de acción, lo cierto es que el exceso en el CGI cojea en algunas tomas estáticas, además de saturar un tanto la imagen. Esta situación se puede ver con los esperados y anunciados enfrentamientos con los siniestros, mismos que aunque funcionan no explotan como si se logró sobre todo con la trilogía de Sam Raimi.

El argumento sencillo que es ideal para que los momentos de fan service impacten con mayor fuerza, no puede evitar demostrar ciertas deficiencias e inconsistencias que podrían complicar el futuro del UCM, dejando el listo alto para lo que viene.

Conclusión

Spiderman: Sin Camino a Casa termina por cumplir el cometido de gran evento de entretenimiento, logrando que la versión de Tom Holland como el «amigable vecino» de ese salto tan necesario y que deja listo para un futuro de muchas más grandes emociones que deberán ir mejorando exponencialmente.

Así pues, la celebración arácnida espera para que el espectador disfrute de un rato que no saldrá nunca de su mente.

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