Rambo: Last Blood

La más floja de la saga

Adrian Grunberg nos ofrece en su segundo filme una película llena de acción y algo de gore… el problema es que se aleja totalmente de lo qué era Rambo, dandole al personaje de Sylvester Stallone secuencias de acción sencillas, en donde su personaje parece que no tiene ningún problema para enfrentarse al narco mexicano.

Sylvester Stallone escribe y protagoniza esta historia de acción, demasiado sencilla. El ritmo de la película va muy rápido que incluso la quinta entrega de Rambo es la más corta al tener una duración de 89 minutos. Stallone, a los 73 años se sigue manteniendo en forma para correr y realizar algunas secuencias de acción que requieren contacto físico. Aunque la mayoría de las muertes son mediante objetos en donde no se requiere la presencia del actor que también protagonizó Rocky.

La fotografía es demasiado sencilla, al igual que el CGI que en ocasiones falla. El guion de Rambo: Last Blood es muy simple, pareciendo que no pasó ninguna revisión; los diálogos en español no se escuchan con naturalidad, y más que está situada en México, los diálogos no se sienten naturales y parece que los guionistas no buscaron que haya fluidez en las conversaciones entre los narcotraficantes mexicanos.

La película tiene todo tipo de errores, desde que la policía pareciera no importarle que haya decenas de hombres armados en una entrada y llegue el jefe del cártel sin importarle que haya periodistas en esa zona, hasta que de cuatro camionetas logren salir más de 20 personas.

Otro punto negativo de la cinta es la música. El soundtrack buscó tener las canciones más genéricas para cada situación de acción que incluso puede que moleste escuchar la misma música de fondo que ya hemos escuchado en la mayoría de las películas.

Conclusión

Rambo: Last Blood es una película simple, que entretendrá a todo tipo de público que busca ver acción, especialmente a Rambo en acción. Hay acción desde el principio y en algunas escenas también tiene gore, que es algo irreal, por ejemplo, sacarle el corazón a alguien con la mano.

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