La casa de las flores – Temporada 3

Reseña con spoilers

¿Se logra redimir con esta temporada?

Después de una segunda temporada que explotó de sobre manera su propia esencia e irreverencia con chistes demasiado predecibles o tramas que en su mayoría no llevaban a ningún lado (Elena y el sacerdote, el romance de la Chiquis o la insufrible y ruidosa secta de Jenny Quetzal) llegó a echar más sal a la herida con la trágica partida y muerte del personaje interpretado por Verónica Castro, Virginia de la Mora. Entonces parecía imposible la tarea de sanar los corazones rotos de la mayoría de los fans de la serie hasta la llegada de esta temporada final cuyo objetivo principal es atar todos los cabos sueltos y despedirse de una forma digna. Pero ¿en verdad lo logra?

Esta temporada empieza en el mismo punto en donde termina la segunda temporada: con Paulina De la Mora (Cecilia Suárez) entregándose voluntariamente a prisión tras cargos de proxenetismo y teniendo como compañera de celda a Jenny Quetzal (Mariana Treviño) la líder de la secta responsable de la estafa al padre de Paulina, Ernesto de la Mora (Arturo Ríos). Para los hermanos De la Mora, el panorama no es más agradable: Julián (Darío Yazbek Bernal) decide de una vez por todas no ocultar más su relación con Diego (Juan Pablo Medina) hasta que se entera que su hermana Elena (Aislinn Derbez) quien está en coma después de un accidente de auto, está embarazada con el bebé de Diego.

Los problemas familiares de los De la Mora parecen no terminar jamás y por eso llega la madre de Virginia, Victoria (Isela Vega) para poner un poco de orden en la olvidada Casa de las Flores y también para darnos un viaje al pasado y tener a una porción, por medio de flashbacks, de la inolvidable Virginia en su juventud (Isabel Burr) acompañada de sus grandes amores Salo (Javier Jattin) y Ernesto (Tiago Correa).

El propósito principal de esta temporada se nota fuerte y claro: recuperar el brillo que la caracterizó en su primera temporada, trata de conseguirlo cuando introduce el pasado de Virginia a finales de los años 70 y nos muestra los orígenes de ciertos personajes como Chuy, la marioneta del psicólogo Salomón producto de una experiencia con LSD; o el verdadero padre de Paulina, Patricio, el amigo gay de Virginia el cual demuestra una trama ligeramente más profunda como la lucha del movimiento LGTB+ en el México setentero. Sin embargo, no logra cohesionar por completo todas las tramas y en vez de sentirse como un todo se sienten como partes de un rompecabezas desarmado, tanto así que la Casa de las Flores parece más un pretexto para hablar de temas escabrosos que el hilo conductor que lleve a un auténtico desenlace.

Ejemplo de ello es en el mismo acierto y hasta podría ser error de la introducción de los flashbacks protagonizados por la Virginia joven, pues al estar constantemente intercalados con toda la temporada logran confundir a más de uno, y dejan de lado el tópico de La Casa de las Flores para convertirse en una extraña historia de detectives protagonizada por Paulina y María José (Paco de León) para descubrir los oscuros secretos que viene arrastrando la familia. 

https://www.youtube.com/watch?v=o7MoJgTO53c
Trailer de La Casa de las flores – Temporada 3 / Netflix

La (aparente) modernización del género de las telenovelas

Como lo dijo el director y creador de la serie, Manolo Caro, a la revista Fotogramas: “es un melodrama como los de los 80, pero empapado de actualidad y en el que tratamos temas que en aquel momento jamás se hubieran puesto sobre la mesa”, entonces deja claro que su intención con esta serie es servir como una especie de homenaje al género de las telenovelas con la inclusión de temas escabrosos como la homosexualidad, la transexualidad, el aborto, la infidelidad, la prostitución y las drogas, los cuales no era posible verlos en una producción común.

Y es que, se percibe una cierta intención por modernizar al género de las telenovelas al abordar estas temáticas y simbolizar el fin de las generaciones tradicionalistas al ni siquiera considerar a la abuela Victoria como una verdadera amenaza para la familia, pero se tropieza y vuelve a caer en las estructuras básicas de una telenovela como los secretos que esconden las familias adineradas que siempre tienen que ver con un asesinato del cual culpan a la criada y terminan por convertirse en los problemas para las generaciones actuales como es el caso del personaje de “La Chiva” y su odio por Paulina, o con la hermana lunática de María José, Purificación (María León), quien se presenta como el arquetipo del personaje desquiciado obligado para aparecer en las telenovelas y hacerle la vida imposible a la protagonista.

La verdadera intención de La Casa de las Flores

Lo que se le reconoce a esta temporada y en general a toda la serie, es su esfuerzo por poner en la conversación todo lo relacionado con la cultura queer y por encima de todo el tener como dogma principal: “la homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí”, cuando Diego se interna por voluntad propia a un sitio “especializado” en terapias de conversión para “curar la homosexualidad”, y aunque no vemos mucho de la dinámica que se lleva en esos lugares, lo impactante es saber que en pleno siglo XXI sigan existiendo este tipo de sitios. Lo que sí parece un error es que la mayoría de sus personajes LGTB+ muestran apenas una sola capa de toda la complejidad que podrían poseer: como seres humanos que van más allá de sus preferencias sexuales con motivaciones y miedos propios; vemos que trata de asomarse un atisbo de ello cuando Diego de una vez por todas acepta que quienes desde un principio estaban en un error eran sus padres por no aceptarlo y amarlo como es y al final decide separarse de ellos para formar su propia familia al lado de Julián.

Conclusión

El final de La Casa de las Flores que, si bien no es memorable, logra cerrar lo más que puede las tramas que nos presenta, principalmente en cuanto al tema de las parejas con Paulina y María José con su segunda boda oficiada por el cantante Miguel Bosé, Julián y Diego con su bebé compartido con Elena y Pablo. Resulta un tanto extraña toda la secuencia final cuando vemos a Virginia realizar un pequeño cameo para salvar a Paulina del disparo de Purificación y salen los mariachis para festejar pues parece que nos pronostica el regreso de una cuarta temporada, sin embargo, sabemos que esto no es así. Lo único que le queda al espectador es hacer teorías sobre el final de la serie y agradecerle a la familia De la Mora por su irreverencia y a Manolo Caro por atreverse a darle un espacio a los temas inclusivos en un formato tan común para la sociedad mexicana como lo son las telenovelas.

Sobre el autor

Ficha Técnica

  • Creador: Manolo Caro
  • Elenco: Cecilia Suárez, Aislinn Derbez, Dario Yazbek Bernal

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