Un vistazo a la crisis económica y de vivienda de Corea del Sur
El cine de desastres suele mostrarnos un espectáculo de destrucción lleno de metáforas acerca de la humanidad contra la naturaleza y nuestra propia insistencia en creer que somos superiores sin pagar las consecuencias hasta que es demasiado tarde. En Corea del Sur, llega un relato de esta índole que plantea, bajo un tono humorístico con tintes dramáticos, la cuestión social y dificultades de conseguir una vivienda propia así como del problema natural del hundimiento del subsuelo en esta aventura llamada Desastre: 500 metros bajo tierra.
Dirigida por Kim Ji-hoon, que no es ajeno a este subgénero del cine (The Tower, 2012; Sector 7, 2011), la cinta nos presenta a Dong-wong (Kim Sung-kyun) y su familia, quienes se mudan a un nuevo departamento después de años de trabajar para conseguir su propia vivienda. Ante la felicidad de este logro, invita a sus amigos del trabajo a celebrar el momento sin pensar que, gracias a las lluvias de la zona, la tierra se abrirá y creará un socavón del cual tendrán que salir antes de que sea demasiado tarde.
El principal tema no es el gran agujero que se genera sino la manera en que el relato muestra un problema muy actual que es la crisis económica y de vivienda ocasionada después de la pandemia en Corea del Sur. Aquí, el guion juega con ese factor a manera de sátira, usando un humor excesivo para resaltar el difícil aspecto económico en que las rentas han subido de precio, alejando el sueño de un hogar digno para una familia como la de Dong-won, o las dificultades para pensar siquiera en ello por parte de sus colegas de trabajo (Kim Hye-jun y Lee Kwang-soo), quienes ven esas aspiraciones hundirse como la tierra en este filme.
Por otro lado, también está la dinámica entre aquellos que ganan más y los que viven de las rentas y negocios con tal de mantener a flote su vivienda como el caso del vecino Man-soo (Cha Seung-won), que hace todo lo que puede por tratar de ganar dinero y proveer de mejor manera las necesidades de su hijo antisocial que parece disfrutar su vida en casa, tocando así el tema del fenómenos conocido como ‘hikikomori’ en Asia, donde los jóvenes prefieren vivir encerrados en casa de sus padres en lugar de salir a convivir o estudiar. Esta peculiar relación de padres e hijos rodea la parte dramática del desastre natural que enfrentan.
Si bien al cine coreano se le caracteriza la gran habilidad para jugar con los géneros, Ji-hoon aquí batalla de más para encontrar un balance entre la sátira social y la aventura derivada de la tragedia normalmente vivida en un desastre natural. Esquivando el tema escabroso de los mantos freáticos, la gentrificación ocasionada por el progreso y centrándose más en una comedia casi de pastelazo con diálogos e interacciones dignas de comedia de antaño, Desastre: 500 metros bajo tierra opta por explotar la fórmula del desastre sin arriesgarse mucho.
A veces, las actuaciones dentro de esta tragicomedia de acción resultan muy contrastantes, cayendo en la misma sátira que propone de cierta forma la historia. Es en los momentos dramáticos donde la mayoría de ellos demuestra su mejor faceta, pero s el problema del tono el que les impide lograr, como el relato, ese equilibrio de una historia que resulte completamente atrayente o emocionante. Si bien hay destellos interesantes en secuencias donde se ahonda más en el arco de los personajes, la acción se convierte en la parte más importante para mantener este agujero de tierra sin hundir.
Hablando de las secuencias, Ji-hoon saca colmillo al presentar su conocimiento del cine de desastres sin atreverse realmente a explotar el drama de más. Si bien hay situaciones que buscan generar un sentido conmovedor en busca de una lágrima al tocar las pérdidas que usualmente un desastre de estas proporciones deja, por varios momentos de olvida del realismo para coquetear más con una sensación esperanzadora para los que están luchando por salir del tremendo agujero de sus vidas (literal y metafóricamente hablando).
Entre explosiones, hundimientos, o referencias a otras cintas de supervivencia y de desastres, esta cinta ofrece algunos detalles interesantes gracias al trabajo de sonido y música adecuada para los momentos de tensión, pecando por momentos de excesiva. Además, los efectos especiales de repente lucen un tanto baratos pero cuando usa la practicidad de la cámara es donde luce de gran manera los estragos emocionales, físicos y económicos del desastre que encaramos, recordando que el factor humano es una clave para todo este tipo de historias.
Si bien carece de un realismo que pueda ser tan impactante como otros grandes clásicos del género que inundaron la década de los 70 (Infierno en la torre, Terremoto, La gran aventura del Poseidón), Desastre: 500 metros bajo tierra resulta una entretenida cinta que cumple a secas con lo que propone, siendo su principal problema ese tono agridulce del inicio para inclinarse por lo visualmente espectacular con chispas de humanismo que logra escapar del socavón de su destino por la mínima diferencia dejando de lado al reflexión por la pura diversión.
Sobre el autor
Ficha técnica
- Título original: Singkeuhol
- Dirección: Kim Ji-hoon
- Guion: Jeon Cheol-Hong
- Reparto: Cha Seung-Won, Kim Seong-gyoon
- Duración: 117 min.
- País: Corea del Sur
- Año: 2021