Belfast – Reseña

Lo más íntimo de un ser humano, su propia familia

Muchas veces el cine puede ser un instrumento de reflexión, una historia que en pocos minutos nos sumerge en la vida de un pequeño grupo de personas, los hace evolucionar. Belfast es una película que logra lo anterior ya que no sólo implica el retrato de una familia, sino que nos recuerda que lo único constante en nuestra realidad es el paso del tiempo.

El director Kenneth Branagh con un tono un tanto autobiográfico nos relata la vida de Buddy, un niño de 9 años que vive con su familia en la comunidad de Belfast, Irlanda del Norte. El día a día es habitualmente pacífico hasta que las problemáticas sociales, las luchas entre católicos y protestantes y la crisis económica invaden a la comunidad obligándolos a partir en búsqueda de una mejor calidad de vida.

A pesar de que tanto en estética como en propuesta biográfica puede parecerse a cintas como Roma o Cinema Paradiso, Belfast se siente bastante fresca, no es un relato común en el que el protagonista vaya de un punto A a un punto B sino que es en sus vivencias o acontecimientos comunes donde podemos conectar en lo más íntimo de un ser humano, su propia familia.

El blanco y negro que utiliza el director no es fortuito, con unos altos contrastes hermosamente retratados y una composición limpia contemplamos una representación del tiempo pasado, nos muestra a través de los gestos de los personajes la pobreza, el como las pequeñas comunidades están siendo ignoradas por el gobierno, cómo paulatinamente unos emigran, otros se quedan y otros mueren en el camino.

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Branagh dirige con total empatía y maestría, momentos como Buddy totalmente sumergido en la atmósfera de una sala de cine o aquellos planos de los abuelos bailando románticamente crean una obra personal e íntima en la que deseas conocer que será de la vida de cada uno de los personajes.

Una de las escenas más interesantes es cuando la madre de Buddy hace mención de que todos se conocen en el barrio, de que su hijo puede salir a jugar a la calle con todos sus vecinos y que existe una cierta confianza natural, cosa que en grandes ciudades como Londres sería prácticamente imposible.

Las luchas ideológicas mostradas en pantalla específicamente hablando de religión representan un problema para la comunidad porque ponen en tela de juicio los ideales de la mayoría pero se puede asumir que en la ciudad esto no será un problema ya que en entidades más grandes y pobladas la diversidad es enorme pero su población es impersonal y distante.

En lo anterior reside el encanto de este relato; en el hecho de que el director no busca romantizar lo rural o lo urbano, tan sólo mostrarlos tal como son.

Conclusión

Sin duda ésta es una cinta que merece ser vista en pantalla grande, la fotografía de Haris Zambarloukos es precisa, demuestra que forma una increíble dupla con Branagh y nos crea una experiencia reflexiva única.

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