Los indestructibles 4 – Reseña

Un viaje agridulce que sirve de despedida para Barney Ross

En el 2010, el icónico héroe de acción Sylvester Stallone escribió, dirigió y produjo una cinta donde el principal atractivo era reunir a leyendas del género para repartir golpes, balazos y sangre al por mayor. Esa descarga de testosterona excesiva pero entretenida se tituló Los indestructibles, un grupo de mercenarios a sueldo que tomaban misiones riesgosas con el peligro constante de muerte. En esa primera alineación estaba Jet Li, Randy Coutoure, ‘Stone Cold’ Steve Austin, Terry Crews, Mickey Rourke, el mismo ‘Sly’ y Jason Statham, teniendo importantes cameos por parte del ya retirado Bruce Willis y del ahora ‘jefe de acción’ de Netflix, Arnold Schwarzenegger. 

Fue tal el éxito más allá de una historia tremendamente básica que, claro, se hicieron dos secuelas más, la segunda siendo una orgía de golpes y violencia con la añadidura de Jean Claude Van Damme y Chuck Norris y la tercera ofreciendo uno de los más flojos resultados careciendo de una buena acción pero eso sí, trayendo a más nombres consigo como Antonio Banderas, Wesley Snipes, Mel Gibson y el veterano Harrison Ford a la mezcla. Sin embargo, por nueve años y varias ideas descartas, el equipo de mercenarios que hace honor a su nombre desapareció por completo…hasta ahora.

Los indestructibles 4 pone al mando del vehículo de lucimiento de figuras de acción a Scott Waugh quien tiene una muy irregular carrera en el género entregando cosas tan malas como Need for Speed: La película (2014) o la medianamente entretenida Proyecto extracción (2023) de Netflix al lado de Jackie Chan y John Cena. Ahora, los muy queridos y ya bastante avejentados mercenarios regresan para una misión más, donde ahora el grupo de Barney Ross (Stallone) y Lee Christmas (Statham) buscarán atrapar al malvado Ocelot y su compinche,  Rahmat (Iko Uwais, La Redada) que buscan provocar la Tercera Guerra Mundial.

El clásico grupo ha tenido reestructuraciones con el paso del tiempo, queriendo integrar a sangre joven y nuevas caras de acción desde la entrega pasada de la franquicia sin que funcione del todo bien. Ahora, se unen Megan Fox, el ex rapero convertido en actor Curtis ’50 Cent’ Jackson, Jacob Scipio en una perfecta imitación de Antonio Banderas como Galan, Levy Tran como la forzadamente anexada Lash y el veterano arte marcialista Tony Jaa, que harán hasta lo imposible para tratar de convencer a la audiencia de que son dignos merecedores de los indestructibles, aunque la mayoría no lo logra en absoluto.

Si bien la saga nunca se ha jactado por ser profunda o quiera ir más allá de la acción al más puro estilo de aquellas glorias ochenteras del género, al menos los veteranos intentan no tomarse en serio y sacarle provecho al gran chiste de la excesiva virilidad que proyecta el filme. Sin embargo, Jackson, Scipio y Tran se vuelven intrascendentales, repitiendo la mala decisión de la anterior entrega. Afortunadamente, Megan Fox y Tony Jaa entienden la dinámica de este juego y se acoplan bien, ya sea como mero ‘eye candy’ o como un buen suplente para Jet Li y Wesley Snipes.

Otro detalle son los villanos, algo que parecía haber mejorado en las últimas dos entregas pero que aquí se siente completamente perdido. Aunque Iko Uwais es excelente en las peleas cuerpo a cuerpo, Waugh no sabe sacarle provecho a eso y crea un patiño que no logra ser amenazante en ningún momento. Ya no hablemos del jefe de jefes, Ocelot, cuya vuelta de tuerca y revelación de su misteriosa identidad es tan predecible y sin sentido que deja bien parado el patetismo de ricachón perverso Monroe (Eric Roberts) en la primera entrega de este grupo de veteranos héroes de acción. Se entiende que no se quiera ahondar en motivaciones o razones, pero no existe realmente la sensación de maldad en ningún momento.

Las secuencias de acción no lucen, están mal editadas, un problema que Waugh no ha mejorado con el tiempo. De hecho, varios de los puntos flacos de esta entrega de Los indestructibles se repiten en la otra cinta de acción de este año dirigida por él, Proyecto extracción, donde también opta por un excesivo uso de pantalla verde que se nota a leguas, unas animaciones que dejan mucho que desear y efectos especiales que no le piden nada a Marvel y sus pésimos gráficos (Ant Man y la Avispa: Quantumania, por ejemplo), dejando de lado la acción práctica con la que nació la franquicia en sí y que se mantuvo vigente hasta la anterior entrega.

El guion padece también esos problemas de tono, donde ya no se sabe si de verdad están burlándose de la edad y su naturaleza indestructible o si se toman la acción en serio. Afortunadamente, existen unos buenos remates así como uno que otro chiste y referencia que los amantes de la acción encontrarán hilarante, pero hay detalles tan absurdos y sin sentido que le quitan esa auténtica sensación de entretenimiento puro para caer en algo involuntariamente burdo donde se evidencia el desgaste de la saga misma con esta continuación que parece llegar demasiado tarde.

A pesar de ello, Jason Statham demuestra estar en su mejor momento como estrella de acción, pues gracias al éxito de Megalodón, es él quien lleva la batuta en este filme, mostrando un segundo aire donde es capaz de probar su indestructibilidad además de tener una buena química medio enfermizamente chusca con Fox. De no ser por él, Los indestructibles 4 mostraría una vulnerabilidad excesiva ante muchos de los problemas que tiene el proyecto en el cual, para bien o para mal, las risas no faltan. 

Conclusión

Con todo y sus drásticos tropezones, Los indestructibles 4 se erige como un episodio crepuscular para esta generación de héroes que, poco a poco, irán quedando de lado mientras recordamos con nostalgia esos buenos tiempos donde la acción importaba más que cualquier otra cosa. Esto es un viaje agridulce que sirve de despedida para Barney Ross al más puro estilo de la testosterona desmedida. Aquellos ajenos a los placeres absurdos que ofrece la franquicia la van a detestar con cierta razón pues, tristemente, no se va con una gran explosión como merecería sino con un pequeño bang que puede resultar divertido pero decepcionante. 

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