Un ejercicio de mero entretenimiento
La Navidad es una de esas festividades populares que se ha vuelto un éxito comercial en donde el consumismo, la nostalgia y el sentimiento de alegría se conjuntan alrededor de un montón de luces y villancicos que poco a poco han dejado de lado el verdadero espíritu de la misma: la celebración religiosa de un nacimiento para los cristianos que, irónicamente, se alimenta de una fiesta pagana conocida como las Saturnales.
En medio de todo ese embrollo, existe una figura tan legendaria como la festividad misma en la que aparece: Papá Noel, San Nicolás o simplemente Santa Claus, es aquel enorme y (no siempre) jovial tipo de barba larga y actitud bella, con risa (a veces) jocosa a ritmo de ‘jo jo jo’ que se dedica a entregar los más grandes sueños y regalos a los niños bien portados.
Pero Santa no siempre es tan santo y su figura de repente sufre crisis existenciales donde la falta de creencia de las más recientes generaciones ha matado su alegría, su existencia y sus ganas de seguir siendo Claus. O al menos eso pasa con el Santa (David Harbour) del realizador noruego Tommy Wirkola en Noche sin paz, donde se percibe ebrio, desmotivado y con un desdén a la Navidad cual godinez odiando su trabajo de oficina.
Es en medio de ese tedio y de una personalidad más cercana a la del Santa descarado interpretado por Billy Bob Thornton en Un Santa no tan santo (Zwigoff, 2003) que el mágico señor Claus se verá involucrado en un embrollo más allá de la entrega de regalos, pues sin quererla ni temerla queda atrapado en medio de un robo a una familia adinerada, por lo que el mítico ser tendrá que sacar sus mejores armas para sobrevivir y volver a creer en sí mismo y la magia navideña, aunque eso lo lleve a tomar acciones bastante violentas.
Después de sus últimas dos cintas realizadas con Netflix, Wirkola regresa a la fórmula que mejor resultado le ha dado, aquella donde la exageración de la violencia, la acción y el humor se mezclan para dotar a Noche sin paz de un aire bastante extraño. Esta cinta con espíritu navideño retorcido recuerda mucho a lo hecho por él en Dead Snow (2009) y su secuela o en la reinvención de Hansel y Gretel: Cazadores de brujas (2013).
Y es que, si bien es Santa Claus el que se roba los reflectores en esta cinta al mostrar una faceta poco vista del alegre gordo navideño, también existe la historia de esta familia medio rota de millonarios superficiales apellidados Lightstone que no creen en él más que por una niña adorable, Trudy (Leah Brady), que hará que ‘Nick’ haga lo necesario para salvar la noche y la Navidad misma.
La historia de esta Noche sin paz nos muestra dos películas en una sola. Primero, en el acto más tedioso, desarrolla a este Santa sin fe en sí mismo que trata de mostrarse sarcástico y medio salvaje, como una especie de héroe incómodo que se atraviesa en el plan de los malévolos mercenarios (¿alguien dijo Duro de Matar?) para evitar a toda costa su golpe. El lío con ese planteamiento es la falta de carisma que la que, de repente, adolece un poco Harbour.
Pero es la otra línea argumental, la de los mercenarios, dirigidos por Mr. Scrooge (John Leguizamo) y sus dilemas con el robo a los Lightstone, la que parece atorar el desarrollo del filme al sentirse desencajada, como si en medio de este caos hubiera una etapa de terapia familiar que le va quitando el ritmo a la narrativa. Afortunadamente, para su segunda mitad, Wirkola se desata por completo y nos regala un festín de violencia, chistes bien aterrizados y uno de los mejores homenajes a Mi pobre angelito jamás vistos antes.
Esto pasa al momento de liberar al Santa de Harbour de sus dilemas existencialistas para explotar sus raíces, todo en una peculiar mezcla de magia navideña retorcida con una acción muy destacada convirtiendo al señor Claus en un arma mortal que no le pide nada a John Rambo (Stallone en la saga del mismo nombre), Martin Riggs (Mel Gibson en Arma mortal) o John McClane (Bruce Willis en Duro de matar).
A pesar de que por momentos Harbour da ciertos tumbos para poder mantener a flote su personaje, al final lo logra y se sacude los fantasmas de aquel olvidable Hellboy (Marshall, 2019). Leguizamo no ofrece más que lo que se le pide al ser el villano resentido clásico con motivos para, además, odiar la Navidad. Además, es grato ver a un ‘chico Crepúsculo’ (Can Gigandet) como un cliché estúpido o la aparición de Beverly D’Angelo como la imponente matriarca Lighstone que brindan momentos divertidos al filme.
Llena de villancicos malos que producen una sensación de contrariedad así como de escenas dignas de otros productos de acción, Noche sin paz es un ejercicio de mero entretenimiento por parte del realizador noruego que vuelve a ese estilo que parecía haber dejado atrás para entregar lo que, posiblemente, sea un absurdo pero divertido clásico de culto en el que Santa podrá derramar mucha sangre pero jamás perder su espíritu navideño.
Sobre el autor
Ficha técnica
- Título original: Violent Night
- Dirección: Tommy Wirkola
- Guion: Pat Casey, Josh Miller
- Reparto: David Harbour, John Leguizamo, Beverly D’Angelo
- Duración: 112 min.
- País: EUA
- Año: 2022