Una mezcla de elementos de diversas sagas
En 1921, el escritor británico A.A. Milne tomaría la decisión de regalarle un bonito oso de peluche a su hijo, Christopher Robin sin saber que, cinco años después y posterior a una visita al zoológico de Londres, marcaría la pauta para la creación de uno de los personajes más entrañables en la historia de la literatura, la animación y el cine: Winnie the Pooh. Imaginado siempre como un adorable acompañante de aventuras para este niño dentro del Bosque de los 100 Acres, les robaría el corazón a muchas personas…hasta ahora.
A partir del primer día del 2022, el cuento de Pooh de Milne pasó a ser de dominio público, lo que atrajo la atención de un productor, guionista y director amante del terror, Rhys Frake-Waterfield junto a su socio Scott Jeffrey, para darle un giro inesperado a este oso barrigón de felpa bastante retorcido planteando lo que pasaría si Pooh y sus amigos se volvieran ferales, obedeciendo al más puro instinto animal de supervivencia.
El resultado fue Winnie the Pooh: Miel y sangre, donde la respuesta a esa incógnita es presentada con un muy bajo presupuesto, donde Pooh y su inseparable hermano de aventuras, Piglet, desatan su instinto asesino en el Bosque de los 100 Acres debido al abandono de su cuidador, el joven Christopher Robin. Esto deriva en una matanza sin fin para todo aquel que ose poner pie en los terrenos del oso y el cerdo, como las jóvenes protagonistas de esta serie b (o tal vez hasta z, por la producción escasa) que serán calzadas por estas criaturas antropomorfas.
Después de una introducción casi de cuento de hadas medio macabro, el relato revela a nuestros adorables personajes en los sangrientos asesinos en serie en que se han convertido. Y aunque la película maneja un par de subtramas entre sus respectivos personajes como la de Maria (Maria Taylor) siendo víctima de un acosador, o Christopher Robin y su reencuentro con sus amigos del bosque de mala forma, la historia es prácticamente inexistente y se basa en las reglas más básicas de un slasher ochentero malo, aquel donde los jóvenes llegan al lugar y tiempo equivocado para ser víctimas de la ira de un asesino, sin más.
Aparte de este problema de la nula historia y generar cero empatías por las víctimas, está también la falta de creación de una tensión real. Si bien las figuras de Pooh y Piglet son bastante amenazadoras, el Bosque, que es su hábitat, tiene poco peso. En su lugar, se buscan lugares más cerrados y menos complicados adecuados para una cinta de esa índole pero que le quitan fuerza al terror que busca generar, ya no digamos credibilidad a las actuaciones de las protagonistas que se quedan muy cortas en las intenciones de volverse verdaderas ‘scream queens’.
Sin embargo, no todo es tan malo en esta cinta que, por cierto, tendrá una secuela que ya se está preparando. El diseño horroroso de las máscaras de los asesinos ferales es bastante interesante, retomando no sólo una especie de cabezas de cerdo típicamente vistas en carnicerías, pero con detalles más salvajes como la presencia de colmillo puntiagudos, en el caso de Piglet. Así como un rostro carente de expresividad pero que llora miel, con cierto aire tierno que se va al observar la mirada negra, vacía, al más puro estilo de Michael Myers en Halloween.
Incluso la interpretación de Craig David Dowsett como Pooh es algo bastante bueno, aunque a veces más que un animal desatado si parezca un humano lleno de odio y rencor salido de alguna relación tóxica. A pesar de ello, su postura, su forma de caminar y una secuencia casi climática hacen que este Winnie the Pooh se vea aterrorizante, cumpliendo con el propósito de romper la infancia de muchos y hacerlo un matón desalmado con problemas existenciales.
Otro aspecto bueno es la música de Andrew Scott Bell, que curiosamente usó el sonido de un violín que estaba dentro de un panal de abejas para gran parte de la composición, lo cual le sienta bastante buen al filme. Aunque no es una musicalización que sea memorable, si cumple con darle buenos momentos al filme y acompañar algunas de las muertes de los protagonistas de buena forma. Sin embargo, a pesar de estos puntos la cinta cae en un bajo estándar en el que el morbo vence cualquier otra idea que pudiera ser desarrollada en el filme.
Si bien Winnie the Pooh: Miel y sangre es una cinta de terror que reinventa muy libremente a este personaje clásico, se queda corta no sólo en su dinero y narrativa, sino también en la violencia y gore que pudo ofrecer, pues a pesar de que hay algunas muertes bastante salvajes o cuestiones interesantes acerca del salvajismo interno de Pooh, nada es correctamente aterrizado, ofreciendo una pequeña muestra nada más de lo que podría ser, recordando un poco a lo hecho por cintas de limitaciones similares como la primer entrega de Terrifier (Leone, 2016).
A pesar de todos estos detalles que le hacen un filme de culto instantáneo, este Winnie the Pooh tendrá siempre el estigma de ese bajo presupuesto, entregando un proyecto que pareciera mezclar elementos de diversas sagas, explotar clichés sacados de los slasher baratos y del gore más simplista, generando una repulsión inmediata para todos los amantes de la versión tierna y adorable pero, a la vez, un nicho interesante de gente que seguramente esperará la secuela así como la prometedora masacre y la aparición de nuevos personajes que harán de esta saga una experiencia muy cutre.
Sobre el autor
Ficha técnica
- Título original
- Dirección: Rhys Frake-Waterfield
- Guion: Rhys Frake-Waterfield
- Reparto: Gillian Broderick, Paula Coiz, Chris Cordell
- Duración: 84 min.
- País: Reino Unido
- Año: 2023