Quiero bailar con alguien – Reseña

Por Alinne Fragoso

Superó a Elvis y a los Beatles, con un rango vocal impresionante y una pasión que compartía cada vez que cantaba, Whitney Houston se convirtió en la artista femenina más aclamada de su generación, pero que lamentablemente tuvo un final amargo. Ahora, 10 años después de su muerte, la directora, Kasi Lemmons retoma su historia en la cinta Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody.

En sus 144 minutos de duración, Lemmons nos narra de forma lineal desde sus inicios en Nueva Jersey como corista de su madre, la ya reconocida cantante Cissy Houston y presenta a una Whitney decidida a ser una gran estrella. Pasando por su gran éxito después de ser descubierta por el productor Clive Davis y sus presentaciones más icónicas como la interpretación del himno de los Estados Unidos en el Super Bowl XXV. Hasta el declive de su carrera por las controversias con Bobby Brown y su problema con las drogas. 

En el guión participa Anthony McCarten que ha hecho proyectos de biopics como La teoría del todo (2014), Bohemian Rhapsody (2018)y Los dos Papas (2019). McCarten trabaja un estilo que provoca críticas mixtas por la suavidad con la que refleja los puntos críticos de las historias que hacen las películas fáciles de digerir, sin grandes exaltaciones, pero que quedan a deber a quienes conocen la historia y buscan encontrarse con emociones más intensas.

En entrevista para Ap, Lemmons comenta que lo que buscaba era resaltar era el talento, lo admirable en Whitney, sin dejar de lado su etapa de adicción. Mientras que para la protagonista, Naomi Ackie también fue importante tratar ese tema con dignidad. “Es una enfermedad. Whitney fue tratada con compasión. Qué horrible debe ser pasar por todos tus conflictos y adicciones y tener a buena parte de los medios hurgando en ti y burlándose”, mencionó. 

Además de su adicción, otros temas fueron presentados sin mucha profundidad, como el disgusto por parte de la comunidad negra por mostrarse como una artista hecha al gusto de los “blancos”; los patrones de violencia intrafamiliar que replicó con su esposo, la ambición por el dinero y el nulo vínculo que tenía con su padre; incluso, la homofobia y la preocupación de los juicios por su relación con Robyn Crawford. 

Sin duda, algo que refleja Ackie de Houston es su carácter, la rebeldía y la fuerza para encarar cualquier situación, así como su sensibilidad y agotamiento ante lo demandante que es mantener el status de la fama. A pesar de que Naomi no interpretó todas las canciones y al principio no confiaba en tener el parecido físico, hizo un buen papel interpretando la esencia de la artista hasta el punto en ganar una nominación al EE Rising Star Award. 

Por su parte, las actuaciones de ​​Nafessa Williams y Stanley Tucci como Crawford y Clive Davis, no se quedan atrás, pues se siente ese vínculo de amistad, confianza y apoyo que la intérprete de “I Have Nothing” tenía con ellos. Mientras quienes podríamos considerar los villanos de la historia, Ashton Sanders como Bobby Brown y Clarke Peters como John Houston, si bien no fue mala su actuación, sus apariciones fueron apenas suficientes para plantear momentos de crisis.

Evidentemente, no podemos dejar de lado el soundtrack, escuchar “I Wanna Dance With Somebody”, «The Greatest Love of All”, “I Will Always Love You”, entre muchas otras, teniendo la referencia de la historia de cada una de ellas y una ambientación en cuando vestuarios y escenarios de acuerdo a la época, está tan bien trabajado que se podría considerar lo más emocionante de la película. 

Conclusión 

Por un lado, es un buen primer acercamiento general para quien desconoce la historia, bastante amable y sin drama, no profundiza en ningún punto en específico que plantee controversia. Mientras que para quienes ya conocen quién fue Whitney Houston más allá de una fabulosa cantante, es una narración plana, que si bien provoca emoción escuchar canciones tan icónicas, no te genera sensaciones que vuelvan a la película memorable.

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