Nosferatu de Robert Eggers: Una reimaginación del clásico del terror
En 1922, Friedrich Wilhelm Murnau lanzó por primera vez al mundo al Conde Orlok en Nosferatu: eine Symphonie des Grauens, basada directamente en la novela de 1897 del irlandés Bram Stoker. Al no tener los derechos de la obra, el cineasta alemán decidió cambiar algunos aspectos de la misma y rebautizar a Drácula, cambiándole incluso el aspecto, junto a los nombres de los protagonistas y uno que otro cambio argumental como ese final diferente pero poderoso. Sin embargo, en 1925 un tribunal alemán dictaminó que todas las copias del «Nosferatu» de Murnau debían ser quemadas por violación de los derechos de autor. Pero era demasiado tarde, pues la sombra se había extendido al resto del mundo.
Ciento tres años después, esta criatura repulsiva esta de regreso con una nueva mirada hacia este clásico del terror del expresionismo alemán, ahora de la mano de Robert Eggers, siendo la segunda vez que un autor toma este referente para darle su propia identidad. Así, Nosferatu vuelve con un enfoque diferente que parte desde la mirada de Ellen Hutter (Lily-Rose Depp), esposa de Thomas (Nicholas Hoult), que tiene una extraña relación con la oscuridad y las sombras. Ese llamado que la consume se enaltece cuando su esposo viaja a los Montes Cárpatos para vender una finca del Conde Orlok (Bill Skarsgård), comprendiendo muy pronto que el Conde es en realidad un vampiro.
El oriundo de New Hampshire le añade esta mirada apegándose a los retorcidos y oscuros romances de la literatura gótica, similares a lo hecho por Guillermo del Toro en La cumbre escarlata (2015), explorando de forma interesante ese lazo sobrenatural entre Orlok y Hutter que se separa del romanticismo del Drácula de Coppola para reafirmarlo con una estética que coquetea con ese juego de sombras clásico sin llegar a ser una copia de lo hecho por Murnau en su momento.
Como buen cineasta apegado a las cuestiones folclóricas en su cine, Eggers no deja escapar ese factor en su Nosferatu desde el mismo diseño del Conde Orlok, quien marca distancia de los anteriores para representar una versión mucha más humana, dotada de cierto realismo sin eliminar el aspecto repulsivo. Es su apariencia más humana, con todo y un bigote poblado de varón centroeuropeo, otra de las cuestiones que resultan llamativas de la reinterpretación que este Nosferatu presenta.
Otro de los aspectos que resaltan es, sin duda, la dirección de arte y la fotografía, quienes se combinan para dotar a la cinta de una sensación atmosférica para lo que rodea a nuestros personajes. Gracias a un estupendo manejo de color, se distingue por momentos un amarillo natural, así como un juego con las sombras que realza el espíritu de la cinta original especialmente en un par de tomas donde resulta un poderoso simbolismo no sólo de la oscuridad que consume a Ellen, sino al pueblo alemán entero azotado por la peste en 1838.
Esto se potencia gracias a una banda sonora por parte de Robin Carolan que termina por complementar la experiencia. Es con sus acordes que el compositor le da voz y acompañamiento a la tragedia de los Hutter y el inevitable encuentro con la muerte, tema que resuena en toda al cinta como un hueco donde la pérdida y el sufrimiento se alimentaran de ello. Ni qué decir del Conde Orlok de Bill Skarsgård, que con su voz aguardientosa y su paso entre sombras lento, cansino pero amenazante, ofrece una interpretación bastante decente de este villano condenado.
Es sabido que Eggers también sabe trabajar con sus actores. Basta recordar el duelo de actuación entre Defoe y Pattinson en su rara pero brillante El faro (2019). Aquí, el ensamble se compone de buena forma y logran sacar lo mejor según sus papeles, destacando Hoult como el desesperado Thomas, o Emma Corrin como Anna Harding, la confidente y mejor amiga de Ellen que funciona como su rayo de esperanza hasta su fatal destino, e incluso el mismo Willem, quien sabe coquetear con la locura y la exageracion al meterse en la piel del Profesor Albin Eberhart Von Franz, experto en lo oculto y en las ciencias alternativas que buscan liberar a Ellen de su pesar.
Tal vez el eslabón más bajo en ello resulta ser la misma Lily-Rose, quien por grandes momentos del filme exagera brutalmente su actuación, cayendo casi en la parodia. Sin embargo, también logra capturar una parte sexual mucho más liberal que las otras iteraciones de su personaje no tenían. Esa parte de su arco resulta interesante, aunque por momentos definitivamente la actriz no logre concretar el tono adecuado alrededor de esa peculiar característica de su Ellen.
Otro de los pecados puede recaer en la narrativa de la cinta, pues a pesar de los ligeros cambios en la misma, Eggers no arriesga mucho y se guia mucho por el camino escrito antes por Henrik Galeen, guionista del filme de Murnau. Eso puede restarle a los apasionados del vampirismo un poco de interés debido a que se sabe perfectamente bien el desarrollo que la cinta tendrá más allá de la mirada de Ellen o de algunas sorpresas bastante efectivas para un cine de horror de fórmula.
Conclusión
Nosferatu de Robert Eggers camina bien en la línea de homenaje e inspiración, recordándonos nuevamente el horror que yace en las sombras gracias a un relato gótico alimentado de una estética hermosa que, por grandes momentos, hipnotiza cual vampiro al espectador. Y aunque la historia se siente bastante apegada al clásico alemán, no cabe duda de que este visión puede ser clave para la mitología vampírica en este milenio, alejándonos de aquellas versiones andróginas que birllaban ante el sol para mostrarnos que, a veces, la oscuridad y lo monstruoso, pueden resultar en algo terriblemente hermoso.
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Sobre el autor
Ficha técnica
- Dirección: Robert Eggers
- Guion: Robert Eggers
- Reparto: Lily-Rose Deep, Nicholas Hoult, Willem Dafoe, Bill Skarsgård
- Duración: 132 min.
- País: EE.UU., Reino Unido
- Año: 2024