Aguas siniestras – Reseña

Un charco de aguas negras

En el 2014, los realizadores Bryce McGuire y Rod Blackhurst crearon un cortometraje en el que una chica tomaba un nado nocturno en su alberca, misma que gracias a un evento sobrenatural, la haría desaparecer en el agua. Esa premisa fue suficiente para convencer a Jason Blum y James Wan para crear un largometraje con el nombre Aguas Siniestras, tratando de expandir la idea de una piscina aparentemente maldita. 

El largometraje se enfoca en la familia Waller, formada por el exitoso beisbolista Ray (Wyatt Russell) que está recuperándose de una lesión, su esposa Eve (Kerry Condon) y sus dos hijos, Izzy (Amelia Hoeferle) y Elliot (Gavin Warren). Los cuatro se mudan a una nueva casa para vivir tranquilos y esperar la recuperación del marido deportista. Sin embargo, la calma se rompe cuando descubren que una presencia maligna acecha en la piscina de su patio trasero.

No cabe duda que Aguas siniestras obedece la fórmula tradicional de Blumhouse en cuanto a terror se refiere: producciones de bajo presupuesto que explotan los clichés habituales para generar el susto fácil en la audiencia, misma que le ha traído grandes éxitos (la saga de La purga de DeMonaco, la ganadora del Óscar ¡Huye! de Jordan Peele) pero también duros tropiezos (Ma, del 2019 o el fracaso taquillero de El exorcista: Creyentes el año pasado). Ni qué decir de James Wan y su Atomic Monster, que mantiene a flote al universo del Conjuro con altibajos de calidad notorios.

Con este filme, ambos productores demuestran la fe que le tienen a la dupla McGuire y Blackhurst para explorar y crear más alrededor de ese pequeño relato misterioso de 2014, tratando de crear un fenómeno similar al de Saw, del mismo Wan o Cuando las luces se apagan de David F. Sandberg. Lamentablemente, no es el caso, ya que el guion de ambos y la dirección de McGuire dejan mucho que desear en la formación de una historia congruente o en la creación de una ambientación que produzca una pizca de tensión.

Si bien la premisa pone delante la química de esta familia y el deseo del padre de salir adelante para volver a jugar, esto es el pretexto para que las aguas siniestras cobren vida. McGuire y Blackhurst toman como el principal ejecutor del terror al agua, elemento natural que siempre se relaciona a la purificación y renovación, incluso con la vida y la muerte, especialmente en el j-horror donde Hideo Nakata lo tomó como el principal detonante del miedo en Agua turbia (2002). 

Tráiler oficial de Aguas siniestras / Universal Pictures México

Sin embargo, McGuire y Blackhurst optan por un camino más burdo, ofreciendo una nula explicación a lo que está sucediendo más que el agua es mala. A pesar de una secuencia inicial que hace alusión perfecta al cortometraje pero de manera extendida, la historia va perdiendo fuerza conforme todo avanza, intentando mantener el interés del espectador a través de jump scares básicos o efectos de sonido fuertes para impresionar a la audiencia, mas no a través de algo interesante. 

En algún momento, la creatividad de los realizadores se termina, entregando algo muy similar a Terror en Amityville (Rosenberg, 1979) pero en lugar de una casa embrujada, tenemos a la piscina del mal. Y aunque este elemento suele estar presente en cintas del género que crean amenazas crecientes como en Gremlins (Dante, 1984) o guardan bestias dispuestas a devorarte como en The Pool (Lumpraploeng, 2018), en Aguas siniestras jamás queda claro si el líquido vital es maligno porque sí o si existe alguna situación sobrenatural, mucho menos por qué puede afectar a los protagonistas de diversas formas, derivando en una conclusión absurda que no tiene nada de sentido.

Wyatt Russell y la recién nominada al Óscar Kerry Condon hacen una buena dupla pero es el guion el que les juega sucio, quitándole la oportunidad de lograr buenos momentos de terror o el mínimo suspenso que sacuda del letargo al filme. Russell maneja bien la pasividad del padre afectuoso vuelto loco y Condon es la madre abnegada, la pareja que busca lo mejor para toda su familia. Pero la repetición de situaciones, sumada a unos efectos visuales dignos de una cinta de bajo presupuesto, hace que las Aguas siniestras parezcan más un charco de aguas negras estancado en el peor lugar.

Aunque el intento de esta dupla por presentar al agua como un elemento amenazante son nobles y nos ofrecen una secuencia inicial destacada, el filme se va hundiendo en las profundidades del aburrimiento y sin sentido, olvidando explorar el miedo a nadar o al agua misma, algo que está latente en el relato de forma muy discreta, dejando de lado los miedos primarios para crear algo que quiere abarcar tantas aristas que se pierde en un mar negro de posibilidades fallidas. 

Conclusión

Por ello, estas aguas siniestras no logran atemorizar a nadie en una cinta que depende más de un drama familiar fallido que de las cuestiones psicológicas que atormentan la aparente familia perfecta del suburbio norteamericano, dando como resultado un horro derivativo, flojo y tan simplista como predecible que ni una adecuada musicalización o fotografía puede rescatarla de las profundidades del olvido, convirtiendo las amenazas posibles en una mera fuente de los deseos maldita y decepcionante. 

Sobre el autor

Ficha técnica

  • Título original: Night Swim
  • Dirección: Bryce McGuire
  • Guion: Bryce McGuire, Rod Blackhurst
  • Reparto: Wyatt Russell, Kerry Condon, Amélie Hoeferle
  • Duración: 90 min.
  • País: EE.UU.
  • Año: 2023