Sleep: El mal no duerme – Reseña

Un relato psicológico y sobrenatural impactante

El sonambulismo es un trastorno que puede resultar aterrador debido a que implica realizar actividades estando dormido. Pero ¿qué tan consciente es uno de ello en realidad? Puedes comer, hablar, actuar como siempre estando en este estado, sin saber las consecuencias de nuestros actos. Eso es, en cierta forma, lo que Sleep: El mal no duerme, ópera prima del realizador Jason Yu, decide explorar a través de un relato psicológico y sobrenatural impactante.

Hyun-su (el recientemente fallecido Lee Sun-kyun) y Soo-jin (Jung Yu-mi) están esperando su primer hijo. Su estilo de vida es perfecto y se guían bajo la ideología de que una pareja puede enfrentarlo todo si se mantienen juntos. Todo para ir de maravilla hasta que Huyn-su comienza a padecer sonambulismo, llevándolo a hacer cosas que van desde lo más inocente hasta lo más peligrosamente aterrador. Ante la amenaza y la impotencia de no saber qué hacer con él, Soo-jin comenzará a entrar en terrenos peligrosos, descendiendo en una espiral de locura y violencia que, poco a poco, va corroyendo la relación perfecta que ambos tenían, llevándola a averiguar una aterradora verdad.

La cinta de Yu se divide en tres actos, donde el también guionista explora interesantes vertientes como la toxicidad que hay en ciertas relaciones hasta el daño que puede causar la paternidad y maternidad en una pareja aparentemente feliz. Centrándose en Hyun-su, quien tiene que abandonar su exitosa carrera para criar a su hijo, al igual que Soo-jin y el miedo a perder su relación, el director adereza un relato que va pasando de lo psicológico a lo inevitablemente sobrenatural, levantando cuestiones que hacen eco en nuestra actualidad y que hemos visto recientemente en otras obras desde una perspectiva diferente como Huesera (Garzs Cervera, 2022).

Acto tras acto, la relación entre ambos empeora, pero jamás se dejan de lado. Se ayudan, se apoyan y buscan sortear el problema de sonambulismo de todas maneras. Pero es esa obsesión por permanecer juntos que va resquebrajando duramente los cimientos de su pareja, creando momentos de ira, desesperación y locura llevada al extremo a través de un factor espectral que jugará un papel sorpresivo en la trama eventualmente. Sin embargo, Sleep se convierte en un ejercicio de deconstrucción acerca de lo que estamos dispuestos a soportar con tal de no dejar ir, aunque eso convierta a nuestros seres amados y a nosotros mismos en monstruos. 

Lo interesante de Yu es la capacidad que tiene para plantear ese dilema a través de cuestionar si es meramente un trastorno exacerbado o si hay algo más detrás de lo que pasa con ellos. Paso a paso, se construye una atmósfera tensa en el departamento donde viven, la química entre ellos no es igual y el suspenso se incrementa pues la amenaza va tornándose en algo más violento con rumbo a un final trágico. Ahí, la fotografía y la decoración del set juegan un papel determinante, pues pasamos de un lugar iluminado y lleno de luz hacia uno con colores rojos de amenaza latente, rompiendo con la creencia de que la familia y el hogar son el lugar más seguro para uno, jugando además, como en una clásica historia sobrenatural, con lo que uno puede ver y lo que no.

Otro gran factor son las actuaciones de Lee Sun-kyun y Jung Yu-mi, quienes van mostrando esa ruptura que ambos están teniendo de manera física y mental hacia la locura, donde está dependencia y amor detona en un último acto cargado de una profundidad emocional dolorosa en medio de la claustrofóbica sensación del encierro que va más allá del de las paredes de su casa, sino que también habla del que ellos tienen al no poder enfrentar esos sentimientos que no se dicen y que van carcomiendo sus vidas. Esa confrontación entre ambos y el desgaste que sufren es el principal motor de esta cinta.

Esto es explorado de buena forma por Yu gracias a su minimalismo en las tomas, donde existen simbolismos dentro de ciertas escenas que refuerzan la idea del lazo inquebrantable del matrimonio quebrado, o incluso en aquellas miradas, gestos y detalles que ambos actores se dan y cambian. Sumado a eso, el balance entre el drama y el terror psicológico llevan a que este paranoico relato de locura sea una reflexión dura acerca de los prejuicios de las relaciones sometidas al constante escrutinio social de la familia, amigos y demás círculos, donde pareciera ser más aterrador el separarse que tener una unión disfuncional y tóxica.

Conclusión

Sleep: El mal no duerme ofrece una historia con estas capas que culmina con un clímax un tanto apresurado pero que no deja de plantear la pregunta de qué resulta más amenazante, un espectro arruinando un matrimonio feliz o los mismos miedos de una pareja llevados al extremo y qué tanto dolor pueden causarse o aguantar debido a ello. 

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