La huésped maldita – Reseña

Una historia de fantasmas que navega entre la inocencia, las atmósferas y la pérdida

Las historias paranormales siempre generan interés en el espectador. Ese miedo o curiosidad por lo desconocido y lo que se encuentra más allá de nuestro plano o nuestra vida física es algo que ha creado algunas de las cintas más aterradoras del género. No saber qué es aquello que nos viene a poseer o querer contactar, si es real o es algo creado por la mente, es una cuestión muy interesante que, con una historia bien trabajada, puede tener buenos resultados. 

Ya sea que alguien vea gente muerta (Sexto Sentido, 1999) o que sea un buen día para hacer un exorcismo (El Exorcista, 1973), ese contacto con el inframundo y las presencias espectrales, demoníacas o bondadosas, sirve como base para la más reciente cinta de la británica Ruth Platt, La Huésped Maldita, una historia de fantasmas que navega entre la inocencia, las atmósferas y la pérdida.

El relato sigue a Leah (Kiera Thompson), una joven de 10 años que pareciera no tener una buena relación con su familia. Su madre Sarah (Denise Gough) es muy temperamental y su hermana mayor, Bex (Hannah Rae) suele molestarla frecuentemente. La tensión en la familia es perceptible y la pequeña parece solo encontrar consuelo con la visita de su padre (Steven Cree), un sacerdote cuya espiritualidad lo mantiene a flote.

Claramente en la familia se percibe una tensión, como una especie de vacío y oscuridad sin explicación que le parece curiosa a Leah. Pero cuando ella decide averiguar el aprecio que su madre tiene por un dije y la extraña visión de una especie de fantasma que comienzan a desatar un relato que poco a poco se va entretejiendo hasta que revela ese gran secreto del cual nadie quiere hablar en la familia.

La huésped maldita aspira a tener aires de terror elevado, mezclando el lento descubrimiento de aquellos fantasmas del pasado de su propia familia con el dolor y desesperación de una madre que parece no saber cómo enfrentarlo, todo a través de la mirada inocente de Leah y la súbita aparición de otra niña misteriosa (Sienna Sayer) disfrazada de ángel que comienza a tener conversaciones con Leah, llevándola a descubrir ciertas piezas para descubrir la terrible verdad que yace oculta.

Si bien el guion, también escrito por Platt, busca mantener ese halo de extrañeza y misterio por un buen tiempo en la cinta, falla en la ejecución de su idea al extender sus actos y mostrar las revelaciones del misterio de una manera un tanto abrupta. Además, la dinámica de Leah y la joven ángel remite mucho a aquel clásico vampírico moderno de Jon Ajvide Lindqvist, Déjame Entrar, algo que se convierte en el corazón de este relato de suspenso sobre elaborado.

Y es que, si algo vale la pena de esta cinta que muchas veces se atora en su desarrollo, es la peculiar química entre ambas infantas. Las actuaciones de Kiera Thompson y Sienna Sayer son intensas. Kiera poco a poco va mostrando la angustia de ir descubriendo el pasado, de vivir con constantes pesadillas mientras que Sienna es ese ente que va cambiando un poco en su forma e intenciones conforme el misterio avanza, mostrando su talento.

Aunque la atmósfera se transmite esa tensión y a ratos resulta un tanto absorbente, no ayuda al ritmo de la cinta que la trama se estanque a ratos pues en el afán de mantener todo en secreto, Platt parece perderse en el camino para de repente resolverlo todo de una manera un tanto predecible aunque, eso sí, bellamente simbolizada por un clímax que puede causar cierto conflicto en la audiencia.

No, La huésped maldita no es una cinta de terror, es más bien una historia fantasmal que se aleja de los convencionalismos de ese sub género para intentar crear un misterio efectivo, mostrando que Platt tiene aún mucho que aprender como realizadora para poder equilibrar la idea con la ejecución al dirigir, dejando ir oportunidades interesantes en un relato que bebe mucho de aquellas corrientes góticas y que obtiene sus mejores momentos al mostrar la muerte, el dolor y la pérdida a través de la inocencia de la infancia.

Conclusión

Este segundo largometraje de Platt se convierte en una historia paranormal que tiene más en común con un enfoque de cuento de hadas oscuro a lo Del Toro que a aquellos clásicos del horror, un relato que no busca sustos sino que se mueve por las emociones que no expresamos, mostrando un relato íntimo que va más por el lado humano aunque a veces se pierda en el camino.

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