El agridulce sabor del amor y las memorias
El romance tiene muchas maneras de expresarse. Desde la tragedia anunciada de quienes no pueden terminar juntos exacerbada hasta el cansancio con obras shakesperianas como Romeo y Julieta hasta la comedia de situaciones donde las aparentes complicaciones resultan ser los puntos más fuertes de una consolidación amorosa que parecía no sucede como en La Fierecilla Domada.
Esta dramaturgia de siglos pasados sigue en pie en el mundo del cine con diversas visiones donde el amor es una de las experiencias más bellas y a su vez dolorosas, donde hay mares de corazones rotos o infinidad de reencuentros soñados que parecían no sucederían, en finales felices o tristes e incluso en extraños híbridos de ambas sensaciones donde los sueños de amor existen aunque sea por separado.
En medio de todo esto, llega Nicolas Bedos con un filme que nos recuerda que el amor es un cúmulo de experiencias donde a veces nos perdemos, nos reencontramos y sobre todo que a pesar del dolor y los desencantos que puede haber en una relación, siempre habrá esas épocas bellas que nos hagan recordar aún en el camino más oscuro la belleza de lo que vivimos y la importancia de los simples encuentros.
Victor (Daniel Auteuil) y Marianne Drumond (Fanny Ardant) son una pareja madura en crisis. Él, en depresión, molesto con la vida, amargado por las situaciones es rechazado por ella, quien siente tener un nuevo aire de vida y está harta de sus actitudes. Esto lleva a Victor, sin hogar y sin amigos, a probar suerte con un empresario cuyo oficio es revivir alguna época pasada con sus clientes, sin importar cuál sea.
Viendo esta oportunidad, Victor decide regresar a mediados de los 70, a un pequeño café donde su vida cambiaría para siempre, el «Belle Époque», donde su presente se enfrentará a su pasado para recordarle la época en que su destino cambiaría, orillándolo a reencontrarse no sólo a sí mismo sino a ese amor que parecía haberse perdido con el tiempo.
Siguiendo la fórmula clásica de las comedias románticas a la francesa, Bedos nos plantea este cuento de hadas donde la ficción se mezcla un poco con la realidad de los personajes, los hace enfrentar sus penas y sus miedos pero no deja de lado la esperanza, la luz de un reencuentro con lo que sentimos que perdimos, llevándonos por una aventura amorosa que obedece a la narrativa común de estas cintas pero contagia con su emotividad.
Daniel Auteuil comprueba de nueva cuenta por qué es uno de los mejores actores franceses vigentes con su Victor, un hombre que parece estar desilusionado de todo, que se ha perdido en su camino y junto a él esa chispa que hacía que su matrimonio, su carrera y su vida funcionaran.
Es en este viaje de reencuentro donde encuentra un segundo aire, donde se da cuenta que la historia sigue, que a veces las respuestas pueden estar en el pasado y que el presente depende de no olvidar lo que somos y a dónde vamos. Mediante este relato de cierta metaficción, acompañamos a Victor por un paseo en la bella época de su vida, donde todo era más simple para él.
En este mundo falso basado en sus memorias es donde el protagonista reencuentra las razones para continuar, dándose cuenta no sólo de su valor, sino que el desengaño, las lágrimas y el sufrimiento son parte del sentimiento agridulce llamado amor. Acompañado de Margot (Dora Tillier) que pasa por un momento difícil similar, los dos acaban por entender su propia naturaleza y la de los otros, sus compañeros de vida o parejas, gracias a esta conexión de vacíos mutuos.
Aderezado de unos toques cómicos cortesía de Fanny Ardant y Guillaume Canet, este relato funciona más allá de lo básico que plantea por la química entre el cast y lo mágico del relato que remite un poco a cintas como Amelie (Jeunet, 2001) o incluso Un Hombre y una Mujer (Lelouch, 1966) mezclando bien el drama con la comedia y los tintes un tanto mágicos de su metaficción.
Otra cosa destacada es el diseño de arte y los vestuarios, algo que luce mucho más en este teatro montado por Antoine (Canet) al sumergirnos en este mundo pasado de ficción, donde la vibra de los setentas se siente. Incluso la fotografía, la paleta de colores y la música que incluye temas como «Me and Bobby Mcgee» de Janis Joplin, «Yes Sir I Can Boogie» o «Always Something There to Remind Me» de The Naked Eyes, siendo este último tema el que captura mucho de la esencia del filme.
Conclusión
La Belle Époque resulta un viaje emotivo y hasta agridulce en el que Bedos nos recuerda que aunque el amor pase los momentos más duros y el tiempo entre dos cambie la dinámica, siempre hay que apegarse a esos bellos momentos que nos harán reflexionar que, aunque la historia se termine o vayan en diferentes caminos, el reencuentro con uno mismo siempre albergará la esperanza de amar y revivir o seguir adelante, porque a final de cuentas, en palabras de Rick Blaine en Casablanca (Curtiz, 1942), «siempre tendremos un París» al que aferrarnos en los peores momentos.
Sobre el autor
Ficha Técnica
- Dirección: Nicolas Bedos
- Guion: Nicolas Bedos
- Reparto: Daniel Auteuil, Guillaume Canet, Doria Tillier
- Fotografía: Nicolas Bolduc
- Duración: 116 min.
- País: Francia